Misión cumplida. Brice Hortefeux, el ministro de Inmigración y de Identidad Nacional nombrado por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, al frente de un ministerio polémico hasta por su nombre, hizo ayer balance de su gestión pocos días antes de ser ascendido a la cartera de Trabajo y Asuntos Sociales. Desde que llegó al cargo, en junio del 2007, Francia ha expulsado o impedido la entrada a 45.500 inmigrantes . En el 2008, los expulsados fueron 29.796, casi 2.000 más que el número exigido por el presidente de la República dentro de su política de expulsiones programadas y cifradas.
Desde que Sarkozy instauró esta política, es la primera vez que se superan las previsiones, con un aumento en el 2008 del 28,5% con relación al año anterior. El ministro Hortefeux explicó que un tercio de las expulsiones (10.072) son voluntarias, lo que consideró “una verdadera ruptura”.

RUMANOS Y BÚLGAROS
Sin embargo, la oposición y las oenegés denuncian que la inmensa mayoría de estas expulsiones voluntarias son de ciudadanos rumanos (8.470) y búlgaros (952), que aceptan regresar a sus países para cobrar las ayudas y luego vuelven a Francia en virtud de la libre circulación de que gozan como ciudadanos de la Unión Europea (UE). El ministro precisó que la ayuda es solo de 300 euros y negó que haya retornos. Desde que Sarkozy fue nombrado ministro del Interior, en el 2002, el número de sin papeles expulsados se eleva a 135.000. Las asociaciones humanitarias arremetieron contra esta “política de cifras”. “30.000 expulsiones por año es una vergüenza” para SOS Racismo, mientras que la Red Educación sin Fronteras calificó a Hortefeux de “estajanovista de las expulsiones”.
El ministro adujo en su defensa que en el 2009 se firmarán 109.000 contratos de integración y que Francia vuelve a ser el país europeo con más concesiones de asilo (11.461, un 30% más que en el 2007).