Las cifras reveladas por el ministro de Interior en el balance anual sobre la inmigración ilegal en España reflejan una inflexión a la baja tanto en el cómputo global, que comprende todas las vías de acceso al territorio, como en las tentativas de llegar por mar. El descenso en una cuarta parte de los intentos por entrar en nuestro país ilegalmente deja constancia de un importante freno migratorio, en el que ha pesado, sin duda, la ralentización de la economía y una menor oferta de empleo que no compensa el esfuerzo económico y el riesgo de quienes emprenden una aventura vital tan incierta. El exigible control de los extranjeros ‘sin papeles’ no puede desplazar ni minimizar, sin embargo, las tragedias de quienes han perecido en viajes a la desesperada.