madrid – El flujo de llegadas de inmigrantes no se ha acabado con la crisis, pero es cierto que ahora son menos los que se deciden a venir a España. Lo constatan las estadísticas del Ministerio del Interior, que revelan que, en 2008, trataron de acceder ilegalmente a España, sólo por las costas, un 25,6% menos de inmigrantes que en 2007. No obstante, no hay que perder de vista que el «fenómeno cayuco» sólo supone el uno por ciento de las entradas irregulares al país, mientras que la gran mayoría llegan por puertos y aeropuertos disfrazados de turistas.
No hay datos fiables que lo constaten pero, según las interpretaciones del titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, la situación económica puede ser la causa de que se hayan retraído las llegadas de iberoamericanos. «La gente de estos países viene claramente a trabajar y si sus familiares que están aquí les dicen que no hay trabajo no se deciden a dar el paso», explicó.
La crisis, sin embargo, no está frenando la inmigración africana. «La miseria es tal y son sitios tan inhóspitos…», dijo ayer Rubalcaba, que ahora se lanza a la aventura europea a través de Libia y Mauritania y está ejerciendo una fuerte presión migratoria en los países del sur de Europa.
España se toma ahora un respiro después de ver cómo 2008 acaba con un descenso del 26,4% de llegadas a Canarias y un 23,9% menos en la Península y Baleares. Interior también contabilizó 37.779 extranjeros que trataron de acceder al país de manera irregular en pateras, por puestos fronterizos, puertos y aeropuertos y no lograron su objetivo porque fueron devueltos a su país de origen, lo que supone un 24% menos que en 2007. Si en esta variación tiene que ver, en parte, la crisis, en mayor medida han funcionado los desembolsos económicos realizados por el Gobierno a los países africanos a golpe de convenio o de ayuda a la cooperación, una de las principales patas en las que se ha apoyado el Gobierno de Rodríguez Zapatero para frenar la inmigración clandestina.