«Cobro o muero de hambre»

ABC, CARLOTA FOMINAYA | MADRID, 13-01-2009

La nieve y el intenso frío que asola Madrid desde hace días todavía no han hecho mella en Damian Catalín, el empresario rumano que desde hace cinco días está en huelga de hambre y durmiendo a la interperie en pleno Arturo Soria. Entre deuda vencida y deuda por cobrar, reclama según dice «aproximadamente un millón de euros» a la constructora Obrum, para la que ha levantado cerca de 1.000 viviendas durante los últimos siete años.

Catalín, administrador de Romtectabi, asegura que ya no puede aguantar más, porque él asimismo tiene que pagar a otros doscientos operarios, cincuenta en nómina y ciento cincuenta que ha subcontratado según crecían las necesidades de Obrum. «Son doscientas familias desesperadas, ¿sabe usted la presión que para mí supone eso? ¿Se imagina cómo me sentí cuando el día de Navidad me pidieron dinero para poder comer? ¿Qué puedo hacer, cortarme las venas?», pregunta, indignado. Desde que empezó su protesta, el pasado jueves, lleva aguantando temperaturas bajo cero, que sobrelleva con unas mantas y entrando a calentarse con la calefacción de una furgoneta.

Por las noches el Samur se acerca hasta las puertas de Obrum para controlar sus constantes vitales y él, de momento, afirma encontrase bien y promete que no se moverá hasta que no se solucione el problema. «Cobro o me muero de hambre. Por ahora no tengo mareos, aunque sí mucho cansado acumulado. Sólo siento impotencia, rabia… la adrenalina me mantiene», asegura.

«No nos dan información»

No puede creer que le esté pasando esto. «Después de construir más de 1.000 viviendas para ellos, no sólo no nos pagan, sino que el pasado 7 de diciembre nos desalojó la policía», se quejaba ayer amargamente a las puertas de la empresa. «Tampoco nos dan información. Por esa puerta no ha salido nadie a hablar con nosotros, ahora ni siquiera se dignan a darnos explicaciones». «Si no pueden pagar, que convoquen un concurso de acreedores – sugiere – , pero que no dejen que la bola se haga más grande. No pueden seguir financiandose a nuestra costa».

A su lado estaban ayer sus empleados, polacos, rumanos, marroquís, africanos, y también españoles. «Nos han arruinado, no tenemos ni para pagar la calefacción, ni para comer, ni casi para venir desde Toledo», contaba Jose Luis. «Yo ya no puedo pagar la letra de la excavadora, ni el gasoil para ponerla en marcha, estoy arruinado», explicaba Willy. «Desde agosto no cobro un duro, y mañana me pasan la letra de la hipoteca, no sé que voy a hacer». «Somos autónomos, no tenemos derecho a nada. Si trabajaramos por cuenta ajena ya estaríamos cobrando el paro», se quejaba otro.

«Voy directo a la quiebra»

No sólo están ellos. A Obrum «le crecen los enanos». Junto a Catalín y sus ateridos empleados, otros empresarios han acudido a protestar y a exigir el pago de las deudas contraidas. Es el caso de Antonio Díaz, de Diansa. «Yo tengo a mi cargo una treintena de empleados y no tengo dinero ni siquiera para despedirlos. Si no me pagan en estos días voy directo a la quiebra», se lamenta. «Lo peor es que no tenemos otros trabajos, porque todo el sector está igual. A nosotros nos han «enganchado» Obrum, Praxis y Cercaber, qué le voy a contar…».

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