Un dirigente del partido gobernante propone quintuplicar el número de extranjeros para salir de la recesión y equilibrar su tasa de natalidad, la más baja del mundo
Japón: inmigrantes contra la crisis
La Razón, , 11-01-2009Bangkok – «En momentos de recesión, cuando el panorama económico ensombrece, es necesario tomar medidas valientes, aunque sean impopulares. Lo que nuestro país necesita son más inmigrantes para reactivar la economía y asegurarnos un futuro». ¿El mundo al revés? Pues más o menos: se trata de Japón. Las declaraciones, aparecidas hace un par de semanas en la prensa de Tokio, han sido respaldadas por el mismísimo Instituto de Políticas Migratorias (JIPI), dirigido por Hidenori Sakanaka, un peso pesado del Partido Liberal Democrático, el grupo conservador que se mantiene en el Gobierno desde hace medio siglo.
Sakanaka, contradiciendo el discurso oficial de su propia formación, propone una receta para tiempos de crisis: multiplicar por cinco el número de inmigrantes y estudiantes extranjeros en las próximas décadas, nutriéndose sobre todo de los países vecinos del entorno asiático y controlando atentamente, eso sí, quien entra y quién no. La mano de obra foránea, dicen en el JIPI, le devolvería al país su tradicional competitividad, cubriría los puestos de trabajos que no quieren hacer los nacionales y contribuiría a apuntalar las pensiones de jubilación en la nación que más rápido envejece del mundo. Porque Japón sostiene la segunda economía del mundo, pero también la tasa de natalidad más renqueante del planeta. Se calcula que perderá un tercio de sus 127 millones de habitantes en los próximos 50 años si no ataja sus problemas.
El paro mejora
Las recetas migratorias japonesas son tan diferentes como sus problemas: a pesar de que sus potentes industrias están sufriendo salvajemente la crisis y que su economía ha entrado en recesión, el país no presenta tasas de paro preocupantes, al menos de momento. A día de hoy, la desocupación es cosa del 3,8% de la población activa, una cifra incluso mejor a la de diciembre de 2007.
La propuesta, no obstante, puede quedarse por el camino. Promover la inmigración resulta tan políticamente incorrecto en Japón como escandaloso sería lo contrario en Europa: aconsejar la expulsión masiva de extranjeros. Los nipones son poco amigos del multiculturalismo y, en general, tienden a desconfiar de los inmigrantes, que asocian a desórdenes y altas tasas de delincuencia.
De hecho, Japón es el país industrializado con la menor proporción de extranjeros en sus censos (poco más del 1,7: un total de 2,2 millones). De ellos, buena parte son descendientes de los que nacionales que emigraron a Brasil y Perú hace décadas. De este 1,7% también convendría sacar a los cerca de 400.000 coreanos de segunda o tercera generación, asimilados completamente a la cultura japonesa, pero que han preferido seguir manteniendo su pasaporte por orgullo nacional.
(Puede haber caducado)