«Vine con contrato a una empresa de Ferrol que prometió 1.200 euros al mes y me pagó 830»

La Voz de Galicia, 11-01-2009

Tiene 45 años, vino a España hace dieciocho meses y, a diferencia de otros, lo hizo con un contrato bajo el brazo. «El Ministerio de Trabajo de mi país, Perú, nos seleccionó y vivimos a trabajar aquí. Yo, en concreto, me vine a una empresa de Ferrol, que se dedica a la construcción», explica.

Pero lo que podía marcar la diferencia – papeles y contrato – no lo hizo, ya que, como recuerda, «antes de venir nos lo pintaron todo con muchas flores: 1.200 euros mensuales, ocho horas de trabajo… Pero cuando llegamos, trabajábamos doce horas al día y mi sueldo del mes fueron 830 euros».

Este hombre, con veinte años de experiencia en su país en la rama de la construcción civil, afirma que, pese a las dificultades, la explotación y las promesas incumplidas, se siente capaz de seguir adelante. Es cuestión de dignidad: «Trabajar en estos tiempos es una lotería y, además, duele la discriminación. Pero yo tengo a mi familia en Perú y no quiero volver con la cabeza gacha, que se burlen porque regrese con las manos vacías, tal y como me marché».

El mismo objetivo lo tiene un brasileño de 35 años, que desde hace un año y cuatro meses está residiendo en España con su mujer, que trabaja en el servicio doméstico. «En Brasil yo llevaba doce años como técnico de farmacia. Si mi esposa no estuviera aquí, hoy yo no tendría qué comer, porque no hay trabajo en las obras», dice. Una patrulla de la policía municipal pasa ante el grupo sin detenerse: «Es porque los centros de inmigración están llenos».

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