En un país en el que el número de parados (precisamente hoy se conocen las cifras del cierre de 2008) crece a un ritmo de más de 6.000 cada día, la preocupación por este problema ha vuelto a situarse en la mente de muchos ciudadanos que, bien directamente, o a través de los familiares y amigos, sufren esta lacra.

Pero los españoles tienen algunas ideas muy claras sobre lo que se debe hacer. Hay una amplia mayoría (el 38,5% de los entrevistados por Sigma Dos para EL MUNDO) que opina que «en ningún caso» un ciudadano en situación de desempleo debe tener derecho a rechazar un puesto de trabajo, tesis refrendada tanto por votantes del PSOE (39,5%) como por los del PP (43,1%).

Entre los que dicen que estaría justificado ese rechazo, un 23,2% señala como motivo el tener que cambiar de ciudad y un 11,7% lo ve razonable si la categoría que se ofrece al trabajador es inferior a la que tenía antes de ser expulsado del mercado laboral.

Hay otro 21,5% que mantiene que, «en todo caso», el parado tiene derecho a decir ‘no’ a las ofertas que le lleguen.

Como mecanismo adicional contra el desempleo, los encuestados manifiestan que los parados deberían estar formándose obligatoriamente hasta que encontraran un nuevo puesto de trabajo. Así lo piensa el 68,2%, frente a un 28,4% que sostiene que la formación ha de ser simplemente voluntaria.

Por otro lado, y pese a que España se encamina casi inexorablemente hacia los cuatro millones de parados, los ciudadanos creen que seguirán llegando inmigrantes a España, tanto con permisos de trabajo y residencia como en situación irregular. Un 86,2% asegura que la merma de oportunidades no frenará a quienes buscan en nuestro país una vida mejor que la que dejan atrás. Sólo un 10,8% augura que la crisis económica frenará los flujos migratorios.

Los últimos datos disponibles apuntan a que el 11% de los extranjeros residentes en España se encuentra en situación de desempleo.