Todo por su otra patria

ABC, 04-01-2009

POR DAVINIA DELGADO

CÓRDOBA. El «Todo por la patria», tan propio de algunos ambientes castrenses, les sonó extraño al principio porque su tierra queda al otro lado del «charco». Sin embargo, ya han dejado de considerarse «hijos adoptivos» del país que los acoge y, cuando se visten de caqui, lo hacen convencidos de que, pese a tener presentes sus raíces, su vida ahora está aquí.

Juan Antonio Saavedra siempre tuvo claro, desde «chiquito», que sería médico o militar. Boliviano de pura cepa, este joven de 22 años lleva ya cuatro años y medio en España, y tres en la base de Cerro Muriano.

«Me vine por mi madre, que llegó en 2001. Cuando aterricé no tenía demasiado claro qué haría, a qué me dedicaría. Aunque, después de conocer la oferta de las Fuerzas Armadas se despejaron todas mis dudas al respecto», comenta el joven.

Después de estudiar en la Academia de Ingenieros en Hoyo de Manzanares (Madrid), le tocó elegir destino, «y como hacía tanto frío, pedí una zona con mejor clima», y lo mandaron a Córdoba.

Presume de llevar una vida «nada aburrida, porque cada día hago algo diferente», y confiesa que lo que más le gusta son las prácticas de tiro y «cuando vamos a hacer tapones de minas».

Sin embargo, los miles de kilómetros que lo separan de su padre y tíos «es lo que peor llevo. Suelo aprovechar las vacaciones de verano para ir a verlos, pero aún así se hace muy largo».

No obstante, Juan Antonio tiene claro que, de momento, no piensa regresar para quedarse. «Por ahora, lo que me interesa es obtener la doble nacionalidad y, o bien ascender dentro del Ejército o presentarme a otros cuerpos, como la Guardia Civil», afirma.

René Abraham Rodríguez es otro de los 120 extranjeros que forman parte de la plantilla de la Brigada de Infantería Guzmán El Bueno X. Nació en Ecuador y desde hace 6 años vive en España.

«Tengo a toda mi familia aquí, bueno, en Madrid. El único que no ha cogido todavía el avión es mi padre», afirma el joven.

Cuando llegó, comenzó a trabajar como soldador, pero el gusanillo del Ejército le hizo alistarse. «Muchos miembros de mi familia son militares, por eso me metí. Iba a hacerlo en Ecuador, pero por situaciones de la vida, mi madre y mi familia se vino para acá y yo no me quedé atrás», recuerda.

René también eligió Córdoba por el clima. «El frío lo llevo fatal y, aunque aquí hace buen tiempo, todavía no me acostumbro al invierno».

El puesto que ocupa este ecuatoriano es de tirador en el Batallón de Carros Córdoba X. «Cuando estoy dentro de un Leopardo, me siento muy a gusto. Se me da muy bien y estoy muy satisfecho con mi trabajo».

Sus perspectivas son quedarse en el Ejército, conseguir la doble nacionalidad, que ya tiene solicitada y ascender para poder optar al curso de cabo.

«Me siento feliz donde estoy; los fines de semana subo a Madrid para ver a mi familia y a mi novia, y la convivencia en la base con los compañeros es más que buena. Sí, por ahora me quedo. Ya pensaré en volver cuando sea viejo», asegura.

Jennifer Mansilla también tiene claro que su hogar está aquí. Esta joven colombiana de 22 años trabaja en la Unidad de de Artillería y lleva en Córdoba desde hace unos tres años.

Marcha forzada

«Mis padres vinieron en 2001. Primero tuvo que marcharse de casa mi madre, porque mi hermana, que ya estaba en España, concretamente, en Montilla, cayó enferma y, al final, todos hemos acabado aquí», dice la soldado.

La marcha de su hermana de Colombia fue obligada. «Tuvo que irse. Trabajaba en el Palacio de Justicia, tuvo un problema y no le quedó otra que salir del país. España abrió las puertas, dándole algo así como una especie de asilo».

Al poco tiempo de asentarse en Córdoba, se alistó en el Ejército. «Al principio, llegué un poco a la expectativa por ser mujer y extranjera, pero jamás he tenido ningún problema: al contrario, siempre me han acogido muy bien».

Asegura que el trabajo que realiza «me encanta, porque además me permite compatibilizarlo con mis estudios de Psicología a través de la Universidad a Distancia».

Su trabajo se desarrolla en la oficina. «Me encargo de todo lo relacionado con el personal. Cuando estoy de maniobras, trabajo con el puesto de mando retrasado, que se ocupa de gestionar las órdenes», comenta.

Al igual que sus compañeros, piensa en quedarse. «Es una gran salida profesional, una oferta más que interesante. Tampoco tengo dudas, me quedo dentro y en Córdoba».

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