La suerte golpea… pero también acaricia

Joven de 18 años gana 300 mil euros en la lotería de España; quiere dar el brinco: de cocinero a empresario

El Universal, 01-01-2009

 

La historia de Jamal Sahid podría haber quedado reducida a la estadística: un inmigrante más que agota su existencia en la mera y penosa sobrevivencia; un hijo de Bangladesh con una cuenta bancaria en los linderos del cero y una familia a cientos de kilómetros que habría consumido sus sueños de primer mundo en la cocina de un restaurante.

Un joven de 18 años de edad que duerme en una modesta vivienda, un “piso – patera” —como se conoce a los departamentos en donde se hacinan los inmigrantes en España— que comparte con otras seis personas. Una historia casi anónima condenada a mera referencia del “problema” que significan los inmigrantes para los gobiernos europeos.

Pero la suerte suele ser veleidosa y coqueta, femenina, y cuando sonríe cambia la vida de quienes se cruzan por su camino. Jamal Sahid decidió comprar un décimo de la famosa lotería navideña, el número 32365, y a las 11 horas con 59 minutos del pasado día 22, su mundo cambió.

 

Vanesa y Brandon, dos niños cantores de San Ildefonso gritaron el número mágico: 32365 y luego la cifra que aliviaría decenas de corazones: 3 millones de euros, 300 mil para cada uno de sus décimos, como el que Jamal sostenía en su mano, sentado frente al televisor sintonizado en el canal que transmitía el tradicional sorteo de la Lotería de Navidad, que cada año paraliza al país durante todo un día.

 

Un compañero de casa y hasta ese momento de infortunio, también compró un décimo con el mismo número. Ambos estallaron en júbilo y la noticia empezó a correr como reguero de pólvora.

 

Al día siguiente, todos los medios de comunicación de Barcelona se dieron a la tarea de ubicar a los inmigrantes afortunados. El compañero de Jamal, Shalim Ahmed, se limitó a señalar que hasta el día anterior sólo tenía 17 euros en la cartera, pero el cocinero fue mucho más abierto y cooperativo. Desde el pórtico de su casa en la calle Drassanes se dejó acariciar por la prensa, hasta convertirse en una suerte de celebridad.

 

El joven Sahid dice que volverá a trabajar en el restaurante Los Caracoles pero sólo por algunos días, ya que con el premio en la bolsa, empieza a pensar en grande. Quiere su propio restaurante, en el centro mismo de la moderna y cosmopolita Barcelona y, por supuesto, mudarse de casa.

 

Nada mal para un joven que dejara Raval hace años y que por fin encuentra la ciudad que buscaba, la que le había negado los satisfactores mínimos y que hoy lo cobija como hijo predilecto.

 

A fuerza de repetirlo, Sahid tiene muy decantado su mensaje a los medios: “Con la fortuna caída del cielo abriré mi propio restaurante, al que le aportaré mi experiencia como cocinero” y en cuestión de días adquirió las habilidades que exige su nueva condición: se volvió un experto en eludir a los grandes bancos españoles, que, como cada año, comenzaron a perseguir a los ganadores de los principales premios en busca de nuevos ahorradores.

 

Y si bien asegura que sigue siendo la misma persona, con 300 mil euros en la bolsa, la visión del mundo puede ser mucho más clara, con tintes rosas… un sueño hecho realidad.

 

 
 
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