«Fue duro, me decían que abortara pero yo no quería ni pensarlo»
Con solo 20 años, embarazada, sin familia, amigos, ni trabajo, María tuvo que buscar en internet ayuda para alumbrar a su hijo_ «Nadie que no haya pasado por esto puede imaginar lo que es»
ABC, , 28-12-2008Hace dos años que María (nombre ficticio para preservar su anonimato) llegó a España desde Bolivia, aunque nunca pensó que la vida le iba a cambiar tanto y en tan poco tiempo.
Ahora tiene un precioso hijo de seis meses que juega tranquilamente en su regazo, también tiene un nuevo trabajo y un futuro más esperanzador. Pero no ha sido un camino nada fácil. Hace unos meses estaba sola, sin familia, ni amigos y sin un respaldo económico. Lo único que le mantuvo firme fue su determinación de tener a su bebé, incluso cuando todos, incluido su novio, le proponían que abortara.
Desgraciadamente su historia es similar a la de miles de jóvenes en España, un embarazo no deseado y pocas ayudas o alternativas para salir adelante.
Cuando se quedó embarazada, el padre le pidió que abortara y al negarse ella le abandonó. También tuvo que dejar su empleo y perdió poco a poco a sus amigos. «Las amistades están cuando las cosas van bien, pero luego desaparecen», afirma con tristeza. Aunque vivía con su hermana «ella tampoco me podía ayudar, ya que tenía a su propia familia y sus propios problemas». Entonces, comenzó un duro calvario. «Nadie que no haya pasado por esto, sabe lo que es», confiesa.
No quiso preocupar a su madre, que vive en Bolivia, y no le dijo nada hasta que no empezó a ver la luz al final del túnel. «Sabía que sola no iba a poder, necesitaba ayuda», por lo que no dudó en pedirla, incluso a través de internet, buscando alguna asociación o alguien que le apoyara. «Pero todos me decían que no, que no tenían sitio y me colgaban, sin darme ninguna alternativa». «Me sentía sola, perdida, deprimida y no sabía que hacer, no tenía trabajo ni donde vivir, estaba desesperada», afirma.
Fue entonces cuando encontró la dirección de la Casa Cuna Santa Isabel de Valencia. «Llamé y hable con la trabajadora social». Para entonces ya estaba a punto de dar a luz, por lo que no ingresó en la casa hasta una semana después de haber tenido a su hijo. En el centro no solo encontró un hogar, sino que recibió la ayuda de la psicóloga y le ayudaron a encontrar un nuevo trabajo. También le dieron clases, «me han ayudado mucho, ya que cuidar a un niño es muy dificil y aquí te enseñan», afirma.
Ahora, cada mañana deja a su hijo en la guardería y sale a trabajar con la tranquilidad de saber que está bien cuidado. Luego regresa y comparte experiencias con el resto de mujeres que han pasado por su misma situación, «nos tenemos las unas a las otras y nos ayudamos, porque todas hemos estado en situaciones límite».
Sabe que sólo podrá estar un año en la Casa Cuna, pero ahora ve el futuro con más optimismo. Su próximo objetivo es «buscar un piso por aquí cerquita, ya que así podré seguir dejando al niño en la guardería». María sonríe mirando a su hijo y confirma que nunca, a pesar de las dificultades, se ha arrepentido de su decisión, «un hijo te da fuerzas, aunque en ese momento no lo sabía».
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