Filme recrea drama de Postville  

Prensa Libre, 28-12-2008

La noticia de lo ocurrido en Postville, Iowa, sorprendió a Luis Argueta, director de la película El silencio de Neto (1994), ganadora del Premio Especial del Jurado del Festival de Biarritz, Francia, y la Mejor Película en el Festival de Cine Latino de Nueva York, en pleno proceso de rodaje.

Ese 13 de mayo, Argueta dirigía los últimos capítulos de un programa para la televisión estadounidense, cuando leyó en los periódicos la tragedia que vivieron 390 hombres y mujeres indocumentados —290 guatemaltecos entre ellos— en la redada considerada la “más brutal y costosa” en la historia de Estados Unidos.

Por cuestiones de trabajo, Argueta viajó a Europa el mes siguientes al suceso, y cuando regresó a Estados Unidos, donde vive desde 1977, el reportaje de Julia Preston (New York Times, 11 de julio), lo conmovió y molestó tanto, que se prometió: “Esa historia debe ser contada”.

En el relato, la periodista describe el caso de Érick Camayd – Freixas, un intérprete de la corte federal que evidenció los abusos cometidos por los agentes de la Oficina de Inmigración y Control de Aduana (ICE, en inglés) durante el proceso legal posterior a la redada.

Desde entonces, Argueta prepara un documental sobre lo ocurrido el 12 de mayo último, durante y después de un operativo sin precedentes en Agriprocessors, Inc, el rastro y empacadora más grande de carne kosher del país. En esa planta trabajan más de mil personas, entre ellas, guatemaltecos.

“Me dice: mirá lo que pasó. Nos vamos a Postville. Creo que era el momento, pero no sabíamos la magnitud del proyecto. Llegamos, y la gente nos abrió las puertas desde el principio”, cuenta Vivian Rivas, arquitecta que trabaja con el productor en Nueva York, desde 1993.

Decidieron que el viaje duraría dos días, y partieron el 23 de julio.

“El plan era cubrir la visita de tres congresistas hispanos que llegarían a Postville el 26 (julio), a escuchar los testimonios de la víctima de la redada, entre ellas, las mujeres que habían sido apresadas y luego enviadas a casa con los grilletes monitores en los tobillos. Fue una experiencia que transformó nuestra manera de ver el problema”, añade Rivas.

La idea era grabar hasta el 28 y regresar a Nueva York, agregó el productor.

Rivas lo hizo, pero Argueta, cuando viajaban de regreso al aeropuerto, a dos horas de distancia de la ciudad, decidió permanecer en Postville. “Vivian, no me puedo ir”, le dijo el productor a Rivas, en ese momento. “Yo tengo que quedarme aquí”, insistió. Y se quedó otra semana.

Desde entonces, Argueta ha vuelto a viajar a Postville 10 veces, y dos más a Guatemala. “Presenciar los acontecimientos de ese fin de semana, conocer a las víctimas, a la gente de la comunidad y empezar a enterarnos de las historias de todos nos hizo ver que allí había mucha tela que cortar”, agrega.

A medida que filmaban más entrevistas, el cineasta percibió que, si bien los afectados (mujeres y niños, principalmente) hablaban de lo ocurrido, no contaban todo lo que quería escuchar.

“Los guatemaltecos, que estaban traumatizados, nos contaban muchas cosas, pero otras no. Decidimos entonces que el proceso nos llevaría más tiempo, porque debíamos demostrarles que no éramos periodistas en busca de una noticia. Además, debíamos contactar a más personas”, añade Rivas.

Argueta conoció allí al resto de personas afectadas por la tragedia de Postville: empresarios, al director y administrador de la escuela, profesores, estudiantes, religiosos de las iglesias Católica y Luterana, abogados de migración y a ciudadanos anglosajones que apoyaron a las familias de los detenidos. También compartió con periodistas, escritores y un artista que lo acompañó a la cárcel para dibujar y pintar las escenas que las autoridades le prohibieron grabar.

Hace pocas semanas se reunió con los 40 guatemaltecos, quienes, tras cumplir una sentencia de cinco meses, en diferentes cárceles de Estados Unidos, fueron devueltos a Postville para que sirvieran como testigos en los procesos legales abiertos contra los dueños y gerentes de Agriprocessors, Inc.

“Es absurdo. Primero los arrestan, abusan de ellos, los dejan sin otra opción que declararse culpables, los someten a un proceso legal totalmente irregular, los encarcelan, y luego los devuelven a Iowa con permiso de trabajo. Eso sí, los devuelven con grilletes electrónicos, sin un centavo y sin garantías de nada”, comenta, indignado.

A la fecha, Argueta y Rivas han recopilado más de 150 horas de conversaciones, testimonios e imágenes de 170 personas entrevistadas.

“Estamos en el proceso de producción y posproducción al mismo tiempo. A pesar de que estamos editando, todavía estamos grabando. Esto no se ha terminado. Todo podría estar listo en marzo (2009), si logramos los financiamientos que nos hacen falta”, cuenta.

“Todo, hasta ahora, lo hemos financiado Vivian y yo, con nuestras tarjetas de crédito, y éstas llegaron a su límite”, confiesa el cineasta.

Hasta ahora, ha solicitado apoyo en la Cancillería y la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia.

La filmación podría quedar dividida en una serie de episodios, donde Argueta intentará profundizar sobre el origen de la migración, la realidad que viven los migrantes, el caso específico de Postville, la manera cruel e inhumana como eran tratados los indocumentados en la planta procesadora, y la brutalidad con que fueron arrestados y procesados.

Todo ello entrelazado con crudos testimonios de los personajes involucrados. “Yo esperaba al menos una conducta profesional (de parte de los agentes de la ICE); cuando le puse la máscara de oxígeno a uno de los heridos, uno de ellos me dijo: ‘para qué gastas oxígeno en él”, contó a Argueta una maestra anglosajona de la escuela de Postville, también paramédico, que prestó servicio ese día.

“La ambulancia apenas podía ir a vuelta de rueda, porque había una pared de chalecos antibalas negros, que poco a poco se fue abriendo. Cuando se abrió, finalmente vi algo que no se me olvidará jamás: un grupo de gente morena encadenada yacía en el suelo, rodeada de agentes armados”, agregó la entrevistada.

Una mujer, madre de un niño de 12 años, también narra cómo, por miedo, declaró a la ICE que no tenía hijos menores de edad. “La arrestaron, la condenaron y la deportaron. Su hijo tiene siete meses de no verla”, afirma Argueta.

“Eso es importante que se diga, que fue ilegal, que se violaron los derechos humanos y la Constitución de los Estados Unidos, al no respetarse el debido proceso y asumir que todos eran culpables desde el principio”, asegura.

“Es la historia de cómo el Gobierno más poderoso del mundo se ensañó con los más vulnerables. Pero al mismo tiempo, es la saga de una comunidad y un país que se levanta para protegerlos y para hacer valer los principios democráticos que fundamentan su Constitución. Postville es un caso paradigmático que pasará y cambiará la historia”, asevera.

También aparecen personajes como Sonia Parras Konrad, una abogada que trabaja en forma honoraria a favor de los indocumentados, desde el primer día. “Ella ha ayudado que se acepten casos para que puedan regularizar su situación migratoria”, refiere.

Al final, en medio de la tragedia, siempre aparece una mano amiga que pone un toque de esperanza y el ánimo para salir adelante.

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