Abierto porque es domingo
Iurreta ha conocido en 2008 un incremento de negocios atendidos por marroquíes. "El domingo es el día que más vendemos", señalan. Texto y fotos Iban Gorriti
Deia, 28-12-2008DOMINGO. Se puede comprar el periódico, el pan, ir a comer a un restaurante o tomar un café en un bar. Con la llegada de nuevos residentes de la inmigración internacional a Durangaldea también se puede visitar un bazar multiprecio, completar la cesta de la compra en una carnicería e, incluso, cortarse el pelo. La ley permite y ampara a aquellas personas que deciden abrir sus negocios los días festivos del calendario cristiano.
Los comerciantes vascos lo desaprueban. España lucha contra la apertura de superficies en festivos y la ley francesa discute el precio que cuesta trabajar en domingo. En Cataluña, pretenden poner coto a la apertura en festivo de los bazares asiáticos.
Los sindicatos estiman que esta apertura contribuye a empeorar las condiciones laborales. La Administración, sin embargo, recuerda que hay protección de la Ley de la liberalización del comercio.
Además de los bazares asiáticos, ahora está en auge en Durangaldea la apertura de comercios por parte de la población marroquí. Un ejemplo es Iurreta. En esta anteiglesia hay carnicerías (no dispensan cerdo), fruterías, un bazar y una peluquería. La comunidad musulmana ha intentado abrir un centro religioso, pero “no ha podido ser, cuando nosotros sí permitimos abrir iglesias en Marruecos”. De modo que siguen yendo rezar a la lonja de Matiena, Abadiño.
Pero ése no es el tema hoy. La cuestión es que los marroquíes abren sus tiendas los domingos por razones económicas, sociales o religiosas. “Estamos de alquiler, tenemos que pagar hipotecas…”, coinciden. La frutería y carnicería de Mohammed y Omar hoy puede ofrecer su servicio a toda la ciudadanía, pero mañana lunes, “quizás, esté cerrada. El domingo es el día que más vendemos. Entre semana hay muy poco trabajo”.
A escasos metros, el bazar Marrakech abre entre semana y por la mañana de los dos primeros domingos de mes. “Es cuando hay dinero y se nota”, explica Jilali Ezzouaoui junto a su mujer Malika y los simpáticos escolares Youseff, nacido en Settat, e Ikram, en Sevilla. En el local suenan rezos musulmanes, Jilali mantiene el Corán abierto. Malika pone precios a los productos. “¿Puedo utilizar su servicio?”, pregunta una mujer iurretarra. “Por supuesto, señora”, responde la familia Ezzouaoui. “En Iurreta no hay movimiento de dinero y con la crisis la cosa ha ido a peor”, valora el marroquí.
En otra calle, la carnicería Marian ahora está al cargo de Abdel Fattah Bakhouch. “Es la gente la que pide que abramos el domingo, porque entre semana están ocupados trabajando. No tienen tiempo para hacer compras”, valora el joven de Casablanca. “Es que, además, aquí ofrecemos carne matada al hallal, en vez de con pinchazo se corta el cuello al animal. Así, la sangre saca todo lo malo, según nuestra religión”, agrega este comerciante.
Su compatriota Ibrahim Akssas, de Ouazarzate, apoya la decisión de apertura dominical. “Con el trabajo que tengo, si no abre en festivo me fastidio sin poder hacer mis compras”. Los musulmanes, además, viven su domingo religioso los viernes. Lo hacen para, como dicen ellos, dar al Islam un alcance comunitario. “Yo necesito abrir, además, por necesidad, ante todo debo cubrir los gastos que tengo”, reivindica Bakhouch.
La antigua peluquería Itxaso tiene ahora barbero magrebí, quien ayer no quiso opinar. Los iurretarras de toda la vida, por su parte, también compran en estos locales. Una mujer clasificó de “buen servicio” el que dan Omar y Mohammed. Esta ex comerciante de una óptica en Durango, sin embargo, les aseguró que no aprueba la apertura en domingos. “Hay que tener, al menos, un día para descansar. Además, las grandes superficies de Madrid lo que están haciendo al abrir es ofrecer contratos indignos”, aportó su visión. Los marroquíes dijeron comprenderlo, pero “nosotros descansamos el lunes, por ejemplo, y tenemos que llegar a fin de mes y una forma de poder hacerlo es abriendo los festivos”.
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