TESTIGO DIRECTO / MUSINA (SUDAFRICA)
Huyendo de la catástrofe
El Mundo, , 27-12-2008Una avalancha de inmigrantes zimbabuenses cruza la frontera con Sudáfrica para escapar del desastre generado por Mugabe / Los refugiados reciben la ayuda de las ONG mientras esperan un permiso de trabajo La ciudad sudafricana de Musina, situada a 12 kilómetros de la frontera con Zimbabue, sufre estos días la avalancha de inmigrantes que huyen del desastre generado por Robert Mugabe, presidente de un país en el que ya no hay nada: escasea el agua potable y las medicinas, los alimentos y la gasolina brillan por su ausencia. En Zimbabue, el dinero no es más que un trozo de papel con una multitud de ceros impresos: el Gobierno acaba de emitir un nuevo billete por valor de 10.000 millones de dólares zimbabuenses, lo que equivale a menos de 20 euros.
Con el brote de cólera que, según la Organización Mundial de la Salud, afecta ya a 16.000 personas y que ha acabado con la vida de más de 1.000, quienes todavía pueden hacerlo huyen a través de una frontera en la que las mafias hacen su agosto y los policías hacen la vista gorda a cambio de algo de comer. A los zimbabuenses, en Musina les espera un enorme descampado donde se amontonan unos 2.000 refugiados y que no es otra cosa que un campo de fútbol de tierra en el que las autoridades sudafricanas han instalado varias letrinas portátiles, mientras las ONG ofrecen ayuda humanitaria.
Allí, a la sombra de un árbol o bajo unas telas, cada cual se instala como puede a la espera de conseguir asilo o un permiso de trabajo temporal a través de la Oficina instalada a tal efecto por el Gobierno sudafricano. En la mayoría de los casos, el proceso apenas dura unas semanas, pero una vez superado, muchos siguen allí porque carecen de medios para ir a otras ciudades del país.
Walter y Lorraine llegaron junto a sus dos hijos desde Harare hace dos meses y ya tienen permiso de trabajo, pero el poco dinero que traían se quedó en la frontera. Lorraine se queja amargamente de que es imposible para las mujeres conseguir un empleo en Musina y de que con lo poco que gana su marido no les da para viajar a Johanesburgo, donde, asegura, viven unos parientes suyos. Se calcula que en todo Sudáfrica hay cerca de un millón de zimbabuenses.
Los que consiguen papeles se ofrecen como peones para trabajar en las granjas de los alrededores de Musina, aceptando sueldos de unos 20 céntimos de euro a la hora, lo que está provocando un grave conflicto con los trabajadores locales, que ven cómo se reducen sus ya de por sí escasas oportunidades.
Fistos Mafela, un líder comunitario de la zona, enfatiza además que estos pueblos no cuentan con suficientes servicios para acoger a los refugiados: «El servicio sanitario no es bueno y eso está propiciando la extensión del cólera». De hecho, en un intento por controlar la epidemia, el hospital de Musina se ha dedicado casi en exclusiva a atender a estos enfermos después de que Sudáfrica declarara «zona catastrófica» la frontera con Zimbabue.
La situación se repite en Madimbo, una aldea que se encuentra a años luz de la Sudáfrica desarrollada, la del Mundial de Fútbol, el tren rápido que conectará Johanesburgo con Pretoria y el concurso de Miss Mundo. En Madimbo las calles ni siquiera están asfaltadas y los servicios sociales son mínimos. A pesar de ello, hay un hospital de campaña que acoge a los inmigrantes que presentan signos de cólera o deshidratación. «Estamos atendiendo a unas nueve o 10 personas al día, pero en semanas anteriores llegamos a tener hasta 60 enfermos», comenta a EL MUNDO la hermana Maumele, encargada de la clínica.
Un miembro de la comunidad sanitaria de Musina, que prefiere mantener el anonimato, cuenta que el verdadero drama está teniendo lugar en Beitbridge, la primera localidad zimbabuense al otro lado de la frontera. «Allí la situación es catastrófica», relata. «Desde Sudáfrica nos hemos acercado para llevar medicinas, pero no es suficiente. Los médicos zimbabuenses están en huelga y los enfermos yacen sin tratamiento en los suelos del hospital». En el mejor de los casos, es la ayuda de las ONG internacionales la que se está haciendo cargo de la situación.
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