Las otras nochebuenas

Una paraguaya, una nicaragüense y un peruano detallan cómo celebran la víspera de la Navidad

Diario Vasco, MIKEL SORO, 24-12-2008

DV. Esta noche habrá unas celebraciones especiales en muchos domicilios guipuzcoanos. Son los de los inmigrantes suramericanos, cuya mayor particularidad es que celebran la cena de Nochebuena a partir de las 12 de la noche. Una coincidencia entre países del cono suramericano que ratifican la paraguaya Graciela, la nicaragüense Cristina Isabel y el peruano Lewis, casado con una donostiarra, tres suramericanos que cuentan cómo celebran y viven la Nochebuena.

Pavo y ‘sopa’ paraguaya

Graciela es costurera y llegó a San Sebastián hace cuatro años. Vive con su hija Rocío Jazmín, de 12 años, en un piso de Gros con una peruana. Se juntarán las tres para cenar y cantar. «Mi hija estudia euskera y hemos aprendido algunos villancicos y canciones tradicionales vascas», explica Graciela, procedente de Ciudad del Este y radicada en San José de los Arroyos hasta dar el salto a Donostia.

De cara a esta Nochebuena, todo está pensado desde hace tiempo. Describe cómo va a ser esta noche familiar y festiva. «Vivo con una mujer peruana. Estaremos las tres.» Habrá el clásico «pavo, que hemos conseguido, y también marisco. De entrada ponemos una sopa paraguaya. No es caldo como la de aquí, sino como una tarta hecha de harina de maíz, con queso, huevo, aceite o mantequilla y cebolla. Es tradicional. Después el marisco, la pavita y acabamos con una ensalada de frutas troceadas». Una macedonia «con frutas paraguayas, pero si no las hay usamos tropicales y las que hay aquí, como el durazno (melocotón). Para los niños ponemos además zumo de naranja y para los adultos un poco de vino tinto», comenta divertida.

Helado, panetón – pan relleno de frutos secos y dulces – brindis con cava y algo de música ambiental terminan por redondear el ambiente. «La mesa está adornada para la ocasión y añadimos los turrones al final». Ella misma reconoce que «es una cosa muy bonita. Tratamos de conciliar lo de Paraguay y lo vasco. Cantamos villancicos nuestros y los villancicos que Rocío ha aprendido en el colegio».

La llamada a la casa paterna se repite. «Llamo a las 12 de la noche a mi familia y al padre y hermanastras de mi hija para decirles que nosotros ya estamos en Navidad. Su mujer se lleva muy bien con nosotras y habla con ella. Rocío está feliz. El domingo estuvo con una amiga nicaragüense del colegio disfrutando de Santo Tomás». Luego, a las seis de la mañana «nos llaman ellos para decir que ya nos han cogido la fiesta, por la diferencia horaria. En Nochevieja bromeamos sobre lo mismo».

Amigas de Nicaragua

Cristina, trabajadora de la limpieza en una casa y un restaurante donostiarra, nació en Estelí, señala que para ella «estos días son los más difíciles. Se echa mucho de menos a la familia que ha quedado allá. Aunque con los años arraigas aquí y se pasan mejor».

Esta noche la va a celebrar con «mis compañeras de piso y varias amistades. Cenaremos a partir de las 12 de la noche. El menú será pollo relleno porque no hemos encontrado pavo, que es lo tradicional. Lo rellenamos de dulces, carne de res y de cerdo. Bebemos vino de aquí. Aunque a veces la familia se acuerda de nosotros y nos manda desde Nicaragua un vino de caña que está… ja, ja, riquísimo». Disfruta paladeando por adelantado la mesa de la fiesta. «Si no hay, bebemos cava». Cantan canciones de su tierra, esas melosas o revolucionarias composiciones nicaragüenses hasta que llega la 1 ó las 2 de la madrugada. «Entonces las más jóvenes se van a la discoteca».

Normalmente, antes de empezar a cenar reciben la llamada de sus familiares. Mi hijo de 14 años, mi mamá, mi papá, mi hermano… No se pone mi abuelito porque tiene 104 años. Está muy bien de salud pero es muy mayor», advierte.

Lewis, con su panetón

Lewis Leiva lleva cinco años en Donostia comercializando productos andinos peruanos, como la maca, un tubérculo energizante natural que se cultiva a 4.000 metros de altitud, y varios derivados más a través de internet. Señala con humor que «mi caso igual no te sirve porque mi pareja es donostiarra, Irma, y me he adaptado a las celebraciones a la vasca, porque celebramos la Nochebuena en casa de sus padres».

Sin embargo, Lewis aporta algún que otro producto y alguna que otra costumbre de las navidades peruanas. «No podemos cenar a las 12 de la noche ni llenar el jardín de la casa de luces como es costumbre allí, pero sí que algún plato típico como el pavo relleno solemos cenar algún que otro año», describe este ingeniero metido a empresario importador de los productos que él mismo fabrica en su empresa de Lima, la capital peruana. Detalla con minuciosidad las costumbres en su país para pasar esta Nochebuena, que se prolonga hasta Reyes, aunque «la fiesta familiar navideña es la de Nochebuena. Hay una mezcla de costumbres indígenas y de los inmigrantes europeos».

El menú es pavo relleno «aunque allí se empieza a cocinar a las 5 de la tarde, para cenar a las 11,30 de la noche, nos felicitamos a las 12 de la noche y tomamos chocolatada de madrugada con panetón, pero esta vez será menú y horario de San Sebastián». Hace dos años viajó a Lima con su mujer a celebrar así la Nochebuena. La gran diferencia que nota Lewis «es el frío. Allá en Lima empieza el verano y aquí estamos en pleno invierno. No me acostumbro, ja, ja».

La coincidencia con su país de origen será «una cena especial, con mantel bonito, árbol de Navidad y belén. Llevaré mi panetón y seré un invitado más, ja, ja».

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