El Constitucional italiano rechazó que los crucifijos en las aulas fueran contrarios a la ley ¿ Francia e Inglaterra no los permiten por respeto a la multiculturalidad ¿ En Alemania debe elegir cada «Land»
Los símbolos perduran en Europa
La Razón, 22-12-2008MADRID – En algunos países, como en España, no existe una legislación. En otros, la polémica ha estado presente durante décadas. ¿Cómo afronta el resto de Europa el laicismo en las escuelas y espacios públicos? En Francia, los crucifijos desertaron de las aulas públicas a finales del XIX. Las leyes de 1881 y 1882 establecen que la escuela estatal es «gratuita, laica y obligatoria», lo que implica el destierro de toda referencia religiosa. La interdicción de los objetos religiosos sería confirmada por una circular en 1982. Sin embargo, es el velo islámico el principal problema. En 1989 se planteó el primer caso en Créil: tres alumnas musulmanas se negaron a despojarse de su foulard en el aula, lo que a ojos del centro supuso el incumplimiento de los preceptos laicos. Se abrió un debate al que sólo se encontraría solución 14 años más tarde, con la aprobación de la «ley del velo islámico» que prohibe a alumnos y profesores vestir indumentaria distintiva de una religión. Similar es el caso de Bélgica, cuyos colegios públicos tienen prohibida la exposición de estos símbolos. Lo prevé el principio de la enseñanza pública laica, pese a que se trata de un país tradicionalmente católico. Eso sí, cada ayuntamiento tiene la facultad de autorizar a los alumnos de sus colegios a llevar en las aulas símbolos confesionales. En las escuelas públicas de Reino Unido no hay ningún símbolo religioso por respecto a la multiculturalidad del país. Según la legislación de abril de 2007, los colegios deben eliminar cualquier símbolo que provoque discriminación racial o religiosa. Asimismo, deben contar con sistemas de apoyo para resolver los casos de alumnos con dificultades a la hora de adaptarse. Por otra parte, en los centros públicos donde se imparten cursos de Formación Profesional, el alumno tiene a su disposición una sala «multi – fe» para poder practicar su religión. Dicha habitación no cuenta con ningún símbolo. En las indicaciones que se dan a los alumnos se especifica que aunque, «el centro respeta todas las religiones, en todo momento se prioriza la salud y la seguridad de los alumnos». Por lo tanto, los estudiantes no podrán llevar nada que les tape totalmente la cara. En Alemania, las competencias educativas las detentan los diferentes estados, por lo que no existe una ley uniforme. El Constitucional intervino en 1995. Sus jueces consideraron contraria a la libertad de credo una normativa de Baviera – la región más católica – que obligaba a colgar un crucifijo en cada aula pública. El fallo no consideraba la cruz como un signo cultural sino propio de una religión, y defiende que la administración está obligada a la neutralidad. Sin embargo, hoy los crucifijos son una constante en las clases bávaras, de donde sólo se descuelgan si media una reclamación del alumnado o del profesorado. Pocos después, el Gobierno bávaro aprobó una nueva ley – aún vigente – en la que se mantenía que, «de acuerdo con el carácter histórico y cultural de Baviera, se colocará una cruz en cada aula». Por otra parte, en 2003, el Constitucional dejó a cada «Land» la decisión de prohibir o no el velo islámico. «Cadáver en miniatura» Las escuelas, juzgados y demás edificios públicos italianos cuentan con crucifijos, que ostentan la conciencia católica del país. Los primeros decretos que regulan la presencia de estos símbolos datan de 1924. Desde entonces, en varias ocasiones se ha abierto el debate y la polémica sobre la presencia de crucifijos en los lugares públicos. La última vez que el Constitucional tuvo que mediar fue en 2006, cuando rechazó que los crucifijos de las escuelas fueran anticonstitucionales. Uno de los personajes que con más insistencia ha demandado la retirada de los iconos cristianos es Adel Smith, presidente de la Unión de Musulmanes Italianos. En una ocasión llegó a pedir que se quitara «el cadáver en miniatura colgado a dos palitos» de los lugares públicos.
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