"Nuestro desafío es construir una política pública basada en el derecho indígena"
Diario de Noticias, , 21-12-2008pamplona. Detrás del aspecto sencillo de Verónica Huilipan (provincia de Neuquén, Argentina, 1968) se esconde la esperanza de un pueblo indígena que pide reconocimiento institucional y el respeto de la diferencia. Desde 1994, la werken de los mapuches propaga la cultura, la filosofía y la identidad de una de las 24 etnias que cohabitan en Argentina.
¿Qué caracteriza al pueblo mapuche?
Es un pueblo que tiene una característica particular: tiene un sistema de participación circular, que se rige bajo los principios de la dualidad y de la equidad. Para nosotros es nuestro horizonte, es un estilo de vida. Esta igualdad en las relaciones humanas se ha quebrantado por la imposición de uno de los mayores vicios de nuestra sociedad. El machismo ha roto, ha desintegrado esta unidad que teníamos como pueblo. Este valor para nosotros esta expresado en nuestras bailes como la Danza del Avestruz. Este ave nos ha enseñado la vida comunitaria, así como la dualidad y la equidad. Por otro lado, la relación hombre – naturaleza está muy marcada en nuestro cotidiano. Es esencial para nosotros. Por eso, nuestro día comienza cada mañana con un saludo al alba, a la oportunidad de estar un día más. Tenemos que vivir interrelacionándonos con las distintas fuerzas de la naturaleza.
¿Qué representa para usted esta pertenencia?
Soy mapuche y mi identidad ha sido el motor que inició todo. No obstante, tienen mucho que ver mi madre y mi abuela. Son luchadoras, son mujeres que no han dedicado su vida sólo a una casa. Han intervenido para generar cambio. En este sentido, les agradezco esta iniciativa porque yo también siento esta necesidad de estar permanentemente activa.
Para su pueblo, desempeña el papel de ‘werken’ (mensajero). ¿En qué consiste?
El rol de werken hoy tiene otro significado. Ayer era el mensajero encargado de llevar el mensaje de la autoridad dentro del territorio. En la actualidad, cumple un papel más diplomático. Tiene como misión conocer la cultura propia, pero también, conocer las demás para poder generar un diálogo. Somos un puente de comunicación entre las distintas culturas, y tratamos de explicar nuestro planteamiento como pueblo. Pueden serlo tanto hombres como mujeres, ya que el rol de autoridad política dentro del pueblo mapuche no se determina por géneros, sino por capacidades. Llevo 14 años como werken y me ha transformado la vida. Me ha enseñado mucho y me sigue enseñando. Me ayuda a desarrollarme cada día mejor como persona, como mujer y como autoridad política.
¿Cuáles han sido sus acciones desde que fue nombrada ‘werken’?
La Confederación Mapuche nació en 1970. Fue una década nefasta para el país porque fue marcada por el proceso militar y por una política de desaparición de personas, torturas, asesinatos de jóvenes, de una generación entera que creía en un mundo mejor. Hubo también un proceso muy importante de fortalecimiento de nuestra identidad hacia el exterior. La década de los 80 supuso la promoción de nuestra identidad desde el punto de vista folklórico y religioso; y en los 90, se ha definido un claro proyecto político mapuche de reconstrucción de personalidad con aspectos institucionales y de reconocimiento de nuestro derecho. Estos últimos años hemos puesto en marcha movilizaciones y luchas contra multinacionales que se implantaban en nuestro territorio como Repsol YPF.
¿Y en la actualidad?
Nuestro desafío es construir una política pública basada en el derecho indígena. En materia de derecho, hay un cúmulo muy importante de reconocimiento de las normas mapuche. Pero todavía existe un gran vacío entre estas leyes y las políticas públicas. Parte de nuestro territorio sigue siendo entregado por el Gobierno al mejor postor. ¿Qué implicación tienen los mapuches en la agenda política del Gobierno de Cristina Fernández?
La presidenta de Kirchner continua con la gestión que traía su marido Nestor Kirchner, con una marcada presencia de estos asuntos en la agenda política. Sin embargo, los pueblos indígenas seguimos pensando que el Gobierno tiene una deuda con nosotros. Ningún gobierno hasta ahora ha reconocido la temática indígena como una necesidad política de la agenda institucional. Queremos reunirnos para hablar, debatir, pensar y definir cuales son las cualidades que deben sostener las estructuras sociales e interculturales de esas instituciones monoculturales y racistas. No tenemos interlocutor para eso en el Estado.
¿Qué cree que se debe hacer para cambiar las cosas?
Argentina se compone de 24 pueblos originales y de la nacionalidad argentina. Consideramos que la interacción con la diversidad que vivimos en el país puede potenciar una energía increíble en materia de desarrollo humano. Por eso trabajamos en la elaboración de un nuevo programa educativo, enmarcado esencialmente en la interculturalidad. Hemos tenido también la necesidad de crear una bisagra entre el sistema de justicia estatal y el sistema judicial propio, dado que hoy, el sistema de justicia estatal actual es monocultural, racista y no contempla la diversidad.
¿Qué representa para usted la globalización?
Es el concepto con el cual intentaron masificarnos. Se pretende desdibujar los conceptos de identidad. Pretende hacernos iguales ante el mundo cuando, cada vez más, lo somos menos. Hay que resistir o al menos redefinir. De esta manera, creo que encontraremos elementos lo suficientemente fuertes dentro de nuestra realidad social y organizativa para poder generar condiciones de autoridad frente al planteamiento global.
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