La historia es muy cercana. Es tan real que transcurre en un mercado municipal que a buen seguro se asemeja al que está al lado de su casa. Los protagonistas podrían ser perfectamente sus vecinos. Los bocadillos respiran una terrible cotidianidad y las viñetas rezuman esa cruda realidad que lamentablemente traspasa el genuino trazo del valenciano Joan Marín para convertirse en crónica de sucesos. Olimpita es una novela gráfica que combina una temática palpable: la inmigración ilegal y la violencia doméstica. Estos asuntos se pueden resumir en términos económicos: déficit de dignidad.

Olimpita y Ritchie tienen un puesto de pescado en un mercado del barrio de Gràcia de Barcelona. Ella está atenazada por el miedo que impone su esposo, quien la maltrata “si se porta mal”, como él asegura en la novela. La válvula de escape emocional de Olimpita es Ass, un ciudadano sin papeles que procede de Senegal y que trata de sobrevivir en el primer mundo. Con él entabla una relación que, en palabras de Olimpita, “es mejor que el amor”. El miedo guía los pasos de la pescadera que se deja llevar por la pasión sexual que no sólo se entiende como placer, sino como el cariño – aunque sea por interés de Ass – que nadie sabe darle.

La miseria de los protagonistas se convierte en una encerrona de sus vidas. La traición y el asesinato entran en juego para rematar una partida que comenzó con el amor mal entendido.

Los autores presentaron Olimpita el pasado jueves en la tienda Futurama de Valencia. Es la primera novela gráfica del dibujante Joan Marín, que en la actualidad trabaja en el estudio del diseñador Javier Mariscal. Hernán Migoya es el responsable del best – seller Todas putas. Olimpita relata una historia ficticia que perfectamente podría ser real.