68.000 pobres en Euskadi

Uno de cada cuatro inmigrantes subsiste prácticamente en la miseriaEl 91% de las familias con más problemas vive en las ciudades

El Correo, M. JOSÉ TOMÉ, 12-12-2008

En Euskadi hay 68.000 pobres. En 23.600 hogares de la comunidad autónoma viven familias que no disponen de suficiente comida, carecen de ropa adecuada o de calefacción para hacer frente a este frío otoño. En pleno siglo XXI, en una de las regiones más prósperas de Europa, el 3,2% de la población sufre lo que los sociólogos denominan ‘pobreza real’, un drama que se ceba con los inmigrantes: un 25,6% de los extranjeros vive en la miseria – el 31% en el caso de los ciudadanos extracomunitarios – , frente al 1,9% de los autóctonos que subsisten a duras penas.

Éste es el triste retrato que dibuja la ‘Encuesta de pobreza y desigualdades sociales’, la radiografía que cada cuatro años hace el Gobierno vasco al lado más oscuro de la sociedad. Pese al drama que esconden estas cifras, hay margen para el optimismo: desde 2004, la tasa ha descendido casi un punto (entonces era del 3,9%) y es bastante inferior a la media de la UE (5%) y a la media española (8%). «En Euskadi se detectan hoy los indicadores históricos más bajos de pobreza», se congratuló el consejero de Empleo y Seguridad Social, Joseba Azkarraga, quien subrayó que no deseaba «pecar de triunfalista». «Todavía un 3% de personas vive en una situación de pobreza real y un 2% reside en hogares en los que en el último año han tenido problemas muy graves para hacer frente a las necesidades más básicas, como la alimentación», recordó.

Pero ¿qué es «pobreza real»?. Los expertos definen con este término aquellas situaciones de exclusión en las que se mezcla la ‘pobreza de mantenimiento’ – no cubrir las necesidades básicas – con la ‘de acumulación’ – no disponer de ahorros o de una vivienda – . Según la encuesta, el primer índice ha subido ligeramente desde 2004 al pasar del 3,5% al 4,1% de la población. «Esto se debe a que los grupos que tienen un mayor riesgo, como los jóvenes o los inmigrantes, cuentan con un peso relativo mayor en 2008 en el conjunto de los hogares vascos». Un total de 88.643 personas sufrirían, según el estudio, este tipo de precariedad.

Por el contrario, la ‘pobreza de acumulación’ ha experimentado una «fuerte caída» en el periodo analizado al retroceder del 2,2% de la población (46.100 personas) al 0,7% (unos 14.300 individuos).

Más precariedad, en Bilbao

¿Dónde viven los pobres? El informe destaca el «perfil predominantemente urbano de la pobreza actual». Hasta un 91% de las personas más desfavorecidas se concentra en las tres capitales, sobre todo en Bilbao y su comarca. Este área metropolitana arroja una tasa de miseria casi dos veces superior a la tasa vasca (6,1% frente al 3,2% de media o el 3,1% de Vitoria). Y la Margen Izquierda se sitúa «claramente por encima», con un indicador del 4,1%. Según Azkarraga, el lugar preponderante de la capital vizcaína en el mapa de la desigualdad social «se acrecienta por su peso demográfico. Esta comarca concentra un 31,7% de las personas afectadas de pobreza real. Y si contamos la Margen Izquierda, la proporción llega al 56%».

Entre la miseria estricta y el pleno bienestar, existen situaciones intermedias. Hay un sector de población que tiene una vida «precaria», en palabras del consejero, pero que no se pueden llamar pobres. «Tienen carencias, más allá de la mera cobertura de las necesidades básicas». Así viven 454.000 personas; es decir, hay 184.000 familias en ‘riesgo de ausencia de bienestar’: hogares donde no falta la comida o la calefacción, pero donde tampoco se pueden permitir caprichos.

El estudio confirma el «proceso histórico» de caída de los índices de pobreza que experimenta Euskadi de forma continuada desde 1986, cuando afectaba al 8,3% de la población. Azkarraga se felicitó porque las tasas actuales son «reducidas» en comparación a las del resto de España y de la UE, lo que definió como «una ventaja competitiva de la sociedad vasca en tiempos de crisis». «El éxito de la lucha contra la pobreza depende de que se sigan manteniendo las políticas públicas. Podríamos ser más eficaces si dispusiéremos de todos los resortes que nos proporcionaría la asunción de competencias tan vitales como las políticas globales de empleo», concluyó.

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