J. PLAYÀMASET – Barcelona
Hace tres años, los medios de comunicación pusieron gran énfasis en la concentración de seis mil pakistaníes del barrio del Raval en la Fiesta del Cordero celebrada en el polideportivo de la calle Sant Pau. Ayer, ya no extrañó tanto que volviesen a llenar otro recinto, la gran sala del Museu Marítim de Barcelona, cedida por primera vez para esta oración. Entonces y ahora sigue sorprendiendo el orden y la organización que caracterizan este acto multitudinario. Y especialmente la autoridad que transmite ante los periodistas y ante su propia comunidad Mohamed Iqbal, máximo responsable de la asociación Camino de la Paz. Sin duda, Iqbal representa a la nueva generación de líderes de la inmigración.

Si Iqbal encabeza la representación socio-religiosa de los pakistaníes, Javed Ilvas Oureshi lidera la facción laica, como presidente de la Associació de Treballadors Paquistanesos de Catalunya. Son las cabezas visibles de una comunidad que cuenta con cerca de 30.000 residentes en Catalunya.

A ellos habría que sumar Huma Jamshed, responsable de la minoritaria pero activa Associació de Dones Paquistaneses (Acesop).

En el colectivo asiático destaca el papel de Lam Chuen Ping, presidente de la Asociación de Empresarios Chinos. La comunidad china, una de las menos propensas al asociacionismo – ni político ni cultural-,cuenta en Lam con un líder cuya influencia se centra entre los empresarios, grandes, pequeños y medianos, pero no tanto entre los trabajadores.

Entre estos nuevos líderes ocupa un lugar destacado el abogado Javier García Bonomi, presidente de Fedelatina (Federación de Entidades Latinoamericanas de Catalunya), seguramente la entidad más cortejada por los partidos políticos. Bonomi ha sido capaz de mantener el equilibrio al frente de una entidad con 90 entidades de muy distinto peso y dos vicepresidentes (Alejandro Erazo y Josep M. Goñi). Las asociaciones latinoamericanas juegan un papel muy distinto en cada comunidad, a veces con apoyo de sus consulados y mayor implicación política, a veces simplemente como impulsoras de eventos culturales. Basta recordar que este verano las fiestas de la independencia de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia han concentrado en el recinto del Fòrum a unas 80.000 personas. Y poco a poco han ido surgiendo otros dirigentes: Luis Alvarado, entre la comunidad peruana; José Vera y Alfredo Sedeño, entre los ecuatorianos; Carmen Bermúdez, entre los colombianos, o Néstor Calle entre los bolivianos.

El papel aglutinador del amplio colectivo marroquí lo ha intentado Mohamed Chaib, impulsor de la asociación Ibn Batuta y diputado del PSC. Bien relacionada tanto con el Govern de la Generalitat como con el gobierno marroquí, juega un papel clave entre este núcleo tan desunido. En la práctica ha sido el hombre puente con la comunidad islámica, un papel que debía ejercer el Consell Islàmic i Cultural de Catalunya.

En ese ámbito destacan en menor grado otros nombres como los de Mohamed Alami, presidente de Atimcat; Ahmed Benallal, ex portavoz del Consell Islàmic y actual presidente de Llum del Nord; Remei Sipi Mayo, fundadora de la Associación de mujeres W´Waiso Ipola; y Amadou Bocar Sam. miembro fundador de la Coordinadora de Asociaciones de Senegaleses de Catalunya.

Pocos líderes han surgido en cambio entre los colectivos de inmigrantes de la Europa del Este. Marcela Tatu, presidenta de la Federación de Asocioaciones Rumanas, y Diana Dinu, de las asociación Quórum, son dos de los escasos nombres que han trascendido.

Partidos políticos y sindicatos han abierto también sus puertas a dirigentes procedentes de la inmigración, pero de momento con escaso éxito. A parte de algunos veteranos como Abdelkader Aslimani (UGT), Ghassan Saliba (CC. OO.) y el ya citado Chaib (PSC), en los últimos meses tres partidos políticos han fichado a nuevos responsables del área de inmigración: UDC al médico dominicano Guillermo Ángeles;ICV al peruano Ernesto Carrión y el PP a la argentina Susana Clerici, concejal en Llavaneres.