Berlín pone en marcha un programa para formar a imanes y guías espirituales en los valores occidentales
El Periodico, , 09-12-2008“Por encima del Bundestag solo está el cielo”, explica, con tono de profesor de primaria, el vicepresidente del Parlamento alemán, Wolfgang Thierse, frente a una treintena de imanes y líderes espirituales procedentes de más de 20 comunidades islámicas de Berlín. El grupo visitó el edificio del Reichstag como parte del programa de formación en el que participa. La iniciativa, procedente de la Academia Musulmana en Alemania y el Departamento de Integración e Inmigración del Senado berlinés, pretende educar a los imanes en temas como política alemana, sistemas educativos o estructuras sociales para utilizar su potencial comunicador con las comunidades musulmanas de la ciudad.
Su visita al Reichstag cierra el primer bloque temático de los ocho que tratarán en un año. Sistema político alemán, es el título. Thierse continúa su “lección” ante la mirada atenta del grupo que, a ratos, se sonríe ante las obviedades. “Alemania es una democracia. Gobiernos hay en todas partes, pero no todos son democráticos”. El desafío es grande porque el grupo es muy heterogéneo. Algunos apenas hablan alemán, mientras que otros llevan décadas instalados en el país.
Unas 200 mezquitas
En la alargada mesa en la que tiene lugar la exposición – – en la que las mujeres han ocupado un lado y los hombres el otro, – – – hay licenciados en Políticas o Teología junto a guías espirituales que nunca han pisado una universidad. El único punto en común de este grupo en el que se mezclan chiís con sunís y alevís, de origen alemán, turco, indonesio o bosnio, es que todos son referentes de sus respectivas comunidades. Ante estas, sus palabras valen a menudo más que cualquier ley alemana o enseñanza de la escuela.
El islam es la tercera religión en Alemania. Hay unas 200 mezquitas operativas y otras 200 en construcción, pero las políticas de integración no avanzan ni la mitad de rápido que el levantamiento de los templos. Por eso, la idea de llegar a las comunidades a través de sus referentes ideológicos se presenta como una opción llena de posibilidades. “Su misión es demostrar que el islam y la democracia son perfectamente compatibles”, dice Thierse para cerrar su discurso.
El grupo aplaude, pero no calla. Los presentes asumen su responsabilidad. Al fin y al cabo, han aceptado participar en el programa, pero se niegan a aceptar toda la culpabilidad en los problemas de integración. “Han tenido que pasar más de 30 años para que recibamos una invitación formal para visitar el Bundestag; entendemos que hay que tener paciencia; todas las partes han de tenerla, porque es la falta de paciencia la que provoca conflictos”, dice Abdalá Hajjir, uno de los imanes más veteranos que asume la palabra en nombre del grupo.
Tras su participación, se abre una discusión encendida sobre todos los temas imaginables: la discriminación de los musulmanes practicantes por parte de las autoridades alemanas, la polémica del velo, la demonización del islam por parte de los medios, la falta de representación en instituciones públicas… El diálogo se endurece por momentos. Todos han venido con sus argumentos preparados y Thierse se queda a menudo sin palabras, con el gesto tenso y el desafío de negar sin ofender.
Quieren más encuentros
“Hay que potenciar la formación de imanes en Alemania”, le dice educadamente Mahmud Barguth, uno de los guías espirituales más jóvenes. “Estoy a favor de que se amplíe la oferta de enseñanza del islam en las universidades”, dice Thierse. “¿Y en las escuelas?”, preguntan. “Ese es un tema más complicado”. Todos lo son.
A pesar de todo, la conversación fluye, y cuando, tras una hora, el vicepresidente del Bundestag avisa que debe irse, los gestos se relajan y todos vuelven a sonreír y aplaudir, exigiendo, eso sí, que encuentros así se celebren con más asiduidad. “Siempre que crean que se ha dado un paso hacia adelante estaré encantado de recibirles para que me lo cuenten”.
Ese es el camino, hacia adelante, pero con paciencia, como decía Hajjir. El grupo se dispersa y empiezan a abrigarse para protegerse de la nevada que cae en el exterior. De vuelta en sus comunidades, les toca transmitir lo aprendido, comentar las discusiones y, en el caso de los imanes, llevar a cabo el compromiso adquirido de predicar la democracia.
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