La falta de recursos, vivienda y trabajo ha provocado una marcha de inmigrantes y nacionales hacia las playas de Huelin. Y el frío de estos días, que debe calarles hasta los huesos, no les impide pernoctar al lado del agua.
Al principio, cierta incuria por parte de las autoridades permitió que cada vez fueran acampando más personas en nuestras playas. Además, ni la unidad de la calle que los fue a visitar ofertando el albergue del Ayuntamiento, ni la comida ni las duchas (que algunos han aceptado en el albergue municipal ya colapsado), han sido suficientes para que no volvieran de nuevo a las playas. Estas personas no se han adaptado a la disciplina municipal.
Con el paso del tiempo, y tras padecer ruidos y presenciar peleas, las quejas vecinales se han dejado oír. Así, uno de estos días, y por sorpresa, se desmanteló el campamento que la arena de la playa soportaba, un asentamiento de personas, de enseres y de basuras que nos hace avergonzarnos a las personas sensibles de las carencias humanas.
Ahora algunos se han refugiado en el parque de Huelin y van desde este lugar a la playa, y al revés. Este es el recorrido que se repite al caer la noche y que los sin techo realizan hasta que la oscuridad los protege y proceden de nuevo a levantar sus tiendas en la playa.
Debemos tomar conciencia de que algo en nuestra sociedad debe cambiar profundamente.