ana maría garcía Voluntaria de CEAR-Euskadi

"En la Comisión de Ayuda al Refugiado no vivimos de éxitos sino de la lucha constante"

Es la más veterana de la oficina pero sus botas rojas de charol le proporcionan un aire juvenil. Hoy, Ana María estará bailando y comiendo en CEAR-Euskadi junto a sus colegas celebrando su día, el Día Internacional del Voluntariado

Deia, TAMARA DE LA ROSA, 05-12-2008

BILBAO. Ana María lleva casi toda su vida dedicándose al voluntariado. “Me ha marcado el destino”, afirma. No se separa de su móvil, dice que es su vida. Jubilada desde hace unos años, dedica su tiempo a la Comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi (CEAR). Risueña, con muy buen humor y muy buenos consejos, la voluntaria más mayor de esta comisión en Euskadi hace memoria sobre su vida en el Día Internacional del Voluntariado. “¿Cuándo vas a venir a colaborar con nosotros?”, pregunta a la periodista al terminar la entrevista. Escuchándola hablar entran ganas de ayudar.

¿Cómo es la vida de un voluntario?

Dependiendo de cada persona es diferente. Como estoy jubilada, tengo más tiempo para dedicarme a esto. El voluntario es la persona que viene a CEAR, ofrece el tiempo que tiene y no pide nada a cambio a parte de la oportunidad de realizar ese trabajo.

¿Y qué cualidades tiene que tener?

Tiene que tener una gran sensibilidad. Quien no la tenga que no venga, porque de ahí no va a salir nada. No soy una mujer buena que sirve a los demás, yo soy una mujer que puedo ayudar a una persona y ella me ayuda a mí, aquí el crecimiento mutuo es impresionante. Además, para enfrentarte a las situaciones que vivimos también se necesita una psicología innata, tener carácter, ser una persona paciente… Aquí soy la persona más mayor y la edad te da cierta experiencia frente la juventud, que conlleva unos reflejos… Pero así nos completamos, compartiendo experiencia con reflejos. En CEAR no se pierde ningún valor, tenemos el cuidado de integrar todo lo que hay.

Ver el resultado final de vuestro trabajo…

(Sonríe y levanta las manos antes de terminar la pregunta) ¡Redondo! Aunque también sufrimos mucho, sobretodo ahora con esta situación de paro que estamos viviendo… Pero también ves a familias ya instaladas, que los hijos están estudiando Bachiller y eso da mucho gozo. Lo que pasa es que no puedes pensar que es un fracaso cuando una persona no cumple todas las expectativas que teníamos en ella. A veces nos pasamos en expectativas y también hay que saber aceptar nuestras limitaciones.

¿La peor experiencia que haya tenido aquí?

Una muy reciente y a lo mejor por eso me parece la más dolorosa. Una mujer preciosa que con CEAR tenía todas las oportunidades de haber hecho de su vida algo bonito y ha recorrido un camino fácil pero triste y a mí me cuesta mucho asumirlo. Cuando la veo, la abrazo, la miro y le quiero transmitir que yo también soy mujer y que no tiene porqué ser objeto de nadie. Lloramos juntas. De momento no hemos pasado de ahí, soy muy tópica y muy realista, pero sueño con que romperá esas cadenas y será tan libre como me siento yo.

¿Qué dice su familia de este nuevo ‘trabajo’?

Te vas a matar, estás loca, date cuenta de los años que tienes, tendrías que descansar más… (lo dice todo alargando la última sílaba de las últimas palabras). Pero cuando ven personas de mi edad que les duele todo, porque no hacen otra cosa que mirarse el ombligo, y a mí no me duele nada siempre dicen: Algo tiene que haber allí.

¿Qué es lo más difícil de esta forma de vida?

Lo más difícil de la vida. ¿Qué es lo más difícil en un matrimonio?

Convivir.

Convivir, compaginar culturas, caracteres, manías… Metes a seis hombres en una casa , con diferentes culturas y convivir es muy difícil. Pero aquí vivimos en familia, no sólo este piso, sino que CEAR entero es una familia. Hacemos fiestas por todo: Ramadán, Navidad, cumpleaños, fiestas de Bilbao. Intentamos salir a la calle con ellos, les llevamos al museo, a visitar el Casco Viejo, etc. Pero estas iniciativas no siempre tienen una buena acogida entre ellos. En CEAR no vivimos de éxitos, vivimos de la lucha y tenemos que luchar constantemente. Éxitos también nos caen, ¿eh?

Usted es una mujer con mucha experiencia. ¿Ha notado que hay cambiado mucho la sociedad en estos últimos años?

En teoría sí.

¿Y en la práctica?

El negro sigue siendo negro y el sudaca sigue siendo sudaca. La gran prueba está en que si ha una madre le cuentas que su hija se ha enamorado de un negro se muere del susto. Esa es la prueba del algodón. Todos sufrimos la mala situación familiar que se creó en casa de una compañera de CEAR cuando se enteraron de que se había enamorado de un negro. ¡Las chicas se nos enamoran de los chicos guapos que vienen y los chicos guapos de las chicas guapas que tenemos trabajando aquí! ¡Normal! Creo que la sociedad no ha cambiado, ha cambiado la lógica: lógicamente qué más da un negro que un chino, pero a la hora del sentimiento no. Los prejuicios sociales cuentan mucho porque donde haya un euskaldun que se quite un camerunés (dice irónicamente).

¿Cada vez hay más o menos voluntarios?

Cada vez hay más. La imagen pública del voluntariado ha cambiado mucho. Por un lado ha cambiado el concepto de lo que era la ayuda al necesitado y ahora es más la filosofía de CEAR, personas que nos ayudamos, que facilitan las herramientas. En segundo lugar se ha institucionalizado y, por tanto, se ha explicitado más el voluntariado. Antes igual no había organizaciones detrás, pero la gente sí hacía cosas.

¿’Pizka bat’ también es mucho en CEAR?

Hay que ponerse metas pero escalonadas, pon ideales altos y pon utopía y luego camina esa utopía. Pero hay que saber que aunque no alcances esa meta has dado pasos. Hay que soñar, caminar y ponerse metas altas. Eso es CEAR.

¿Qué le diría a la gente para animarla a ser voluntaria?

Que viva, que no se cierre en su mundo. El mundo que cada uno se construye siempre es artificial. Que se abra a otros mundos y que no entienda que el voluntariado sólo es estar con los inmigrantes y los refugiados. En nuestra sociedad hay mucha soledad y mucha necesidad. Que abra los ojos, que mire, que viva, que sea capaz de salir del entorno con gente sólo de su cuerda, que no sea una persona autocomplacientes. Esto es cuestión de amor con mayúsculas, de querernos y de que la gente no se mate en vida. ¡Hay tanto cadáver andando por la calle!

Celebración del Día del Voluntariado

Llevan casi 20 años trabando en Euskadi. Hombres y mujeres de todas las edades, ideologías y profesiones. Todos tienen cabida en CEAR, la Comisión de Ayuda la refugiado en Euskadi que, según explica Iñaki Ramírez de Olano, presta “una atención directa a personas inmigrantes y refugiadas y se basa en dar un apoyo integral a esas personas. Darles las herramientas necesarias para que vayan integrándose en la sociedad, con un apoyo legislativo, a través de sus abogado, les ofrece sobre la situación en la que se encuentran por su condición”. Hoy 47 personas (33 mujeres y 14 hombres) celebran su día en el edificio de la calle El Cristo 33. “Muchas veces la gente pone en practica el voluntariado, aunque no lo esté haciendo de forma oficial, dedicando su tiempo libre a ayudar a otras personas”, explica Ramírez de Olano. Dos de estas personas, Xabier Agirre y Ane Uria, lideraron hace unos meses un proyecto que, financiado por La Caixa, pretende mejorar la gestión del voluntariado. Así, consiguieron realizar un análisis de los puntos fuertes y las posibles mejoras de la entidad con respecto a los voluntariados. >t. de la rosa

sus frases

“Un voluntario tiene que tener una gran sensibilidad, quien no la tenga que no venga”

“Aquí lo celebramos todo: Ramadán, Navidad, cumpleaños y fiestas de Bilbao”

“En teoría la sociedad ha cambiado, pero en la práctica un negro sigue siendo un negro”

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