¿Un puesto para un político experimentado o un premio de consolación para los latinos? Con este interrogante se recibió el anuncio de Barack Obama de que el hispano Bill Richardson, actual gobernador de Nuevo México, es su nominado a ocupar la Secretaría de Comercio de Estados Unidos.

En la que suponía su sexta aparición ante las cámaras desde que fuera elegido presidente, el afroamericano comenzó su discurso alabando a Richardson como «el candidato ideal para activar el comercio de nuestro país tanto en casa como el resto del mundo». Para, luego, apuntillar que será «el principal diplomático económico de Estados Unidos.

Sin embargo, el hecho de que un político de su talla, ex secretario de Energía con Bill Clinton y ex embajador ante la ONU, acabe relegado a lo que muchos ven como un puesto de segunda es interpretado por algunos medios de comunicación como una limosna a la comunidad latina, cuyo voto resultó fundamental en las elecciones presidenciales de noviembre.

En solitario

Quizá por eso, y para tratar de aportar relevancia a la nominación, Obama decidió presentar a su fichaje en una rueda de prensa en solitario un privilegio del que ni siquiera Hillary Clinton pudo disfrutar, así como resaltar la importancia de un puesto «que será vital en nuestra recuperación económica», ya que entra dentro de «sus responsabilidades nuestra promesa de creación de empleo».

Bill Richardson, que cuenta con 61 años, quiso comenzar su nueva carrera en Washington tendiendo una mano al mercado hispanoamericano a quien instó «a fortalecer lazos y recordar al importancia de un hemisferio unido». Sobre los rumores de hasta qué puntos antiguas rivalidades podrían interferir en el día a día, algo que ha llevado a los medios a bautizar al Gobierno como «el equipo de los rivales», el que será el hispano de mayor rango en el Gobierno de Obama utilizó una metáfora comercial asegurando que «lo importante en el comercio es abrir los mercado a los mejores y no cerrar las competencias».