Tribuna Libre

Hacer de las amenazas oportunidades

Deia, J. Agustin Ozamiz, 01-12-2008

LA crisis económica que comenzamos a experimentar necesita de una reacción en la que una nueva teoría macroeconómica jugará un papel decisivo. Pero al mismo tiempo necesitamos desarrollar una clara conceptualización de las organizaciones sociales.

La historia nos demuestra que en las grandes crisis económicas se desarrollan actitudes autoritarias peligrosas. Así se comienza considerando a los inmigrantes contrincantes desleales para la consecución de puestos de trabajo que escasean. Se continúa denigrando a los grupos minoritarios que no parecen ajustarse a las normas generalizadas, como los gitanos y minorías étnicas. Crece el autoritarismo que reniega del reconocimiento a la libertad sexual. La agresividad crece como reacción natural ante sentimientos de desánimo o depresión. Se comienza a considerar parásitos a los individuos que reciben o viven de las ayudas sociales. Finalmente se identifican chivos expiatorios contra los cuales se dirige toda la agresividad.

Así sucedió en la culta Europa de los treinta. Los desalentados alemanes escuchando al charlatán Hitler, recobraron ánimos e identificaron chivos expiatorios en los que descargar su agresividad. Personas que habían perdido perspectiva, empleo y proyectos vitales, se entusiasmaban con los mítines patrioteros de Hitler. La filiación al partido nazi crecía en proporción directa al número de desempleados. Hitler con sus arengas y la organización del sistema de producción en torno al armamento llevó a la culta Europa al drama de la segunda guerra mundial.

¿Hemos aprendido las lecciones que nos ha dado la historia? ¿Sabemos como reaccionar ante estos riesgos? En EE.UU. en los años cuarenta se desarrollaron estudios muy amplios para tratar de prevenir estas reacciones sociales. Así Adorno y su equipo, tras entrevistar a miles de personas de todo tipo en EE.UU., llegaron a describir la personalidad autoritaria con bases científicas que han ilustrado durante décadas a psicólogos sociales y sociólogos. Pero me temo que tenemos un poco olvidados en este momento los estudios de Adorno y la escuela crítica de Frankfurt.

La semana pasada acaban de elegir a Obama con una participación de electores sin precedentes. Es una expresión del clamor popular contra la dinámica a la que nos han abocado los bucaneros financieros (como los llama el profesor Peter Hayes, de la universidad de Sunderland ) convirtiendo la crisis cíclica del sistema de mercado libre internacional, desregulado por Reagan y Thatcher, en un crash que puede dar paso a una depresión económica.

Pero aún con la mayoría de la población a su favor, y con todo el poder del gobierno, Obama no va a poder cambiar las cosas de la noche a la mañana, sobre todo porque le han vaciado las arcas del estado. Al menos le costará cinco años recuperar la dinámica que desarrollaban Clinton y los demócratas hace una década. Para entonces el sufrimiento social habrá podido llegar a ser demasiado fuerte, y puede ser que haya grupos que intenten hacer de Obama un chivo expiatorio.

El modelo social que trata de desarrollar la Unión Europea, basado en la subsidiariedad, está mejor amueblado conceptual y organizativamente para hacer frente a esta crisis, haciendo de la misma una oportunidad para proponer a las organizaciones internacionales nuevas teorías macroeconómicas en las que el rendimiento de cuentas se regulariza, y se atiende a indicadores sociales con tanta ponderación como a los indicadores económicos. Ejemplos de este tipo son las propuestas de Gordon Brown, de sistematizar el control de los flujos financieros internacionales, o las propuestas del Instituto finlandés de investigación y desarrollo en las áreas de la salud y los servicios sociales que contribuyeron substancialmente a la elaboración de la agenda de Lisboa por la CE, el año 2000. En la misma, la cohesión social y la promoción del capital social, se consideran factores determinantes para el desarrollo de un sistema de producción basado el conocimiento.

Necesitamos actualizar nuestros marcos teóricos y narrativas para conseguir acuerdos intergeneracionales, acuerdos de género, acuerdos entre las fuerzas de producción, acuerdos entre nacionalismos, entre distintos grupos de interés, ahora con más urgencia que en los últimos cincuenta años, para asegurar una sociedad equilibrada que afronte la crisis económica positivamente. En la Universidad de Deusto hay una interesante línea de investigación que trata de hacerlo, que propone conceptos socio económicos alternativos adaptados al cambio del sistema actual.

* Doctor en Sociología y profesor de la Universidad de Deusto

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