El número de nacimientos sube en Catalunya hasta las cifras de 1980

El Periodico, RAFAEL TAPOUNET, 27-11-2008

De forma lenta pero constante, la cifra de nacimientos en Catalunya sigue aumentando año tras año desde que tocó fondo en 1995. Como consecuencia de esa recuperación continuada, la natalidad catalana se situó el año pasado en unos parámetros ligeramente por encima de los de 1980. El Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat) anunció ayer que en el 2007 vinieron al mundo 83.716 nuevos catalanes, un número que representa un incremento del 2% respecto al año anterior (1.639 niños más) y que, en valor absoluto, supone la cifra más alta desde 1979.
¿Significa eso que se ha invertido la tendencia que provocó el desplome de la natalidad entre los años 80 y 90? No exactamente. Entre otras razones porque, según apuntan los expertos, las condiciones objetivas que condujeron a las parejas catalanas a limitar su descendencia – – encabezadas por las escasas ayudas que presta la Administración a las familias con más de un hijo y las dificultades que encuentran las mujeres para hacer compatible la maternidad con la carrera profesional – – apenas han variado en este tiempo.

DOS PILARES
Como sugiere el Idescat en su informe sobre la natalidad en Catalunya en el 2007, dos son los pilares fundamentales sobre los que asienta este repunte sostenido. Por un lado, la inmigración, que ha incrementado el número de mujeres en edad fértil y ha introducido unos nuevos hábitos relacionados con la familia: por regla general, los inmigrantes proceden de países en los que las mujeres empiezan a dar a luz a edad más temprana y las proles son más numerosas. El pasado año, los nacimientos en los que ambos progenitores eran de nacionalidad española disminuyeron un 2,8% (1.643 bebés menos), mientras que los niños nacidos de padres extranjeros se incrementaron un 16,5% (hubo 2.357 casos más que en el 2006).
Por otro lado, la llegada a la treintena, que es la edad de máxima fecundidad, de las generaciones nacidas en los años 70, época en la que se produjo un importante auge demográfico. Los demógrafos advierten que ambos factores tienen fecha de caducidad. En poco más de una década, el grueso de las mujeres en edad fértil corresponderá a las que nacieron en los años de la gran caída demográfica (hablando en plata, habrá menos). Y, paralelamente, las inmigrantes, enfrentadas a las mismas dificultades que frenan la maternidad entre las mujeres catalanas, habrán ido asimilando el poco expansivo patrón familiar autóctono.
Este último fenómeno ya se ha empezado a percibir. En el caso de las madres españolas, el llamado indicador de fecundidad – – es decir, el número de niños por cada mujer en edad considerada fértil, de 15 a 49 años – – ha ido subiendo muy lentamente en los últimos años (del 1,30 del 2004 ha pasado al 1,33 del 2007), mientras que entre las madres extranjeras se ha producido la evolución inversa (han bajado del 2,04 al 1,97). En conjunto, el indicador de fecundidad en Catalunya se situó el año pasado en el 1,46, una centésima más alto que en el 2006. En 1995, el peor año para la natalidad catalana, el índice fue del 1,14.

EL EJEMPLO FRANCÉS
Ese 1,46 de tasa de fecundidad es ligeramente superior a la cifra española (1,39), pero está por debajo de la media de la Unión Europea (1,52) y lejos de los números que exhiben el Reino Unido (1,84), Suecia (1,85), Irlanda (1,90) y, por encima de todos, Francia, donde una decidida política de fomento de la natalidad basada en la conciliación de la vida familiar y la vida laboral ha provocado un crecimiento demográfico que se traduce en un indicador de fecundidad ligeramente superior a los dos hijos por cada mujer fértil. En el otro extremo se sitúan países del este de Europa como Eslovaquia (1,24) y Polonia (1,27).

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