Firmas naranjeras usan la huella digital para detectar 'sin papeles'

El Mundo, JAVIER CARRASCO, 26-11-2008

El campo recibe la llegada masiva de despedidos de la construcción Al campo también llegan las nuevas tecnologías, más útiles en un periodo de crisis económica e inmigración irregular. Empresas naranjeras ubicadas en Valencia recurren a la huella digital para determinar la identidad de los temporeros que participan en la campaña citrícola y evitar así contratar a inmigrantes sin papeles.


La campaña citrícola es un reflejo de la difícil situación del campo valenciano. La crisis económica ha provocado la llegada masiva de trabajadores despedidos de la construcción y la hostelería a la agricultura en demanda de un puesto de trabajo. Muchos de ellos son inmigrantes procedentes de Iberoamérica y Europa del Este que carecen de papeles.


Los empresarios, conocedores de esta circunstancia, y para evitar ser objeto de una sanción por inspectores de Trabajo, han recurrido a la huella digital para salir de dudas. Uno de ellos es Enrique Mingacho, responsable de una empresa de trabajo temporal (ETT) en Torrente (Valencia), quien se ha visto obligado a utilizar las nuevas tecnologías para saber a quién está contratando.


La huella digital es tomada cada día, en dos ocasiones, a cada uno de los 400 temporeros gestionados por esa ETT. A primeras horas de la mañana, antes de subir a las furgonetas y, después, cuando llegan al lugar donde recolectarán la fruta. Mingacho justificó que las huellas se tomen por partida doble porque se ha detectado que, en el trayecto, trabajadores sin papeles suplantan a quienes sí los tienen por un acuerdo entre ambos.


Las empresas naranjeras están sufriendo una presión creciente por parte de trabajadores llegados de otros sectores que buscan un empleo en el campo. Algunas cooperativas agrarias de la Comunidad Valenciana se han visto obligadas a colocar el cartel de No se necesita personal ante la llegada diaria de decenas de personas que han sido víctimas de la crisis de la construcción.


Las organizaciones agrarias, las cooperativas y los exportadores citrícolas valencianos alertaron, al comienzo de la campaña, de que el campo sería incapaz de absorber la mano de obra procedente de la constru – cción y la hostelería. Sólo en casos muy excepcionales podrían hacer contratos a personal con el que no habían trabajado en años anteriores. Sus palabras no fueron escuchadas porque la gravedad de la crisis ha llevado cada día a miles de trabajadores a acudir a las plazas de los pueblos con la esperanza de ser reclutados para la faena de esa jornada.


La tensión latente en el campo valenciano saltó el pasado lunes en Torrente, cuando centenares de inmigrantes se amotinaron por estar en desacuerdo con el salario que se les proponía, lo que obligó a intervenir a la Guardia Civil, sin que se produjera ninguna detención.

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