«El racismo aquí es como en todas partes, pero miden 1,90 y no puedes decirles nada»

El Correo, FERNANDO FREIJO, 23-11-2008

El pasado 24 de julio, George Belinga recorrió 300 kilómetros en autobús para desplazarse hasta Berlín y asistir al histórico mitin de Barack Obama. «Siendo afrovasco y viviendo en Alemania, tenía que estar allí», afirma. Ante más de 200.000 personas, el entonces candidato demócrata envió un mensaje de esperanza y conciliación entre las distintas naciones del planeta. «Estuve a tan sólo treinta metros de él. Nos habló de un mundo global, sin fronteras», destaca el vizcaíno.

George tiene sólo 28 años pero sus experiencias y estancias en varios países le hacen comprender perfectamente las palabras que pronunció Obama. Nacido en Barakaldo, de padre camerunés y madre bilbaína, George siempre ha mostrado inquietud por visitar otros lugares del planeta, por conocer y comprender otras culturas. «De hecho, no soy amante de viajar, sino de permanecer», aclara.

En cuanto terminó sus estudios en la UPV comenzó un periplo por varios países europeos, como Francia e Inglaterra, donde completó su formación en Marketing. De vuelta a casa probó suerte en Barcelona y creó una empresa de exportación internacional. Pero su espíritu inquieto le hizo volver a hacer las maletas rumbo a Alemania. Ahora, instalado en Lübeck – al norte del país – , estudia un máster de Nuevas Tecnologías que le obligará a permanecer allí, al menos, dos años.

Por el momento, no acaba de acostumbrarse a la «rectitud» del carácter alemán. «Cuando haces cualquier cosa que consideran incívica, no tardan en llamarte la atención». Un ejemplo. «Un vecino quiso sacarme una foto para denunciarme por tirar la basura en el contenedor equivocado». Sin embargo, según su propia experiencia, «cuando llevas un tiempo en el país te das cuenta de que aunque exigen a los demás que cumplan la ley, a ellos no les gusta nada acatarla», apunta el baracaldés.

No obstante, George reconoce que en tierras germanas se ha encontrado la gente más simpática «que te puedes imaginar». «Una vez, un tipo se sentó en un bar a mi lado y comenzó a hablarme espontáneamente. Algo muy poco habitual en el País Vasco. También en la calle me he topado con gente que por llevar el pelo ‘afro’ te saluda con el signo de la victoria», aclara. «Pero tampoco falta el que no le gustas y te lo hace saber. El racismo aquí es como en todas partes, con el inconveniente de que Dios les ha hecho de 1,90 y no les puedes decir nada», ironiza. A pesar de esto, no se atreve a tildar al pueblo germano de ser especialmente xenófobo. «A lo largo de mi vida me he encontrado con actitudes reprochables en casi cualquier lugar del mundo, sin excepciones».

Pero George también ha sido testigo de muchos casos contrarios, en los que la integración resulta ejemplar. En este sentido, el país que considera un modelo a seguir es Inglaterra. «Allí un comentario xenófobo en el trabajo supone un despido automático», aclara.

Mundo global en el ‘burguer’

Para poder costearse los estudios, el baracaldés trabaja en una hamburguesería. Una experiencia más enriquecedora de lo que se pueda pensar a simple vista. «Es una clara muestra del mundo global en el que vivimos», explica. «Somos veinte personas. Cuatro ‘managers’ – tres alemanes y un kurdo – ; cuatro alemanes están de cara al público y el resto, nueve kurdos, dos ‘afros’ y un alemán, estamos en la cocina. Conclusión: a los alemanes no les gusta cocinar y los turcos prefieren no atender a los clientes», bromea.

En un futuro, a este vizcaíno le gustaría seguir viajando y por eso busca una profesión que sea compatible con su vida nómada. Recientemente, ha logrado una beca del Gobierno vasco para desarrollar un proyecto empresarial de redes sociales para telefonía móvil (http://proyectobeti.com). «Se trata de implementar un ‘software’ en los terminales que permita acceder a una comunidad de internet sin necesidad de un ordenador. Puedes estar en contacto con tus amigos en la web usando solamente tu móvil», explica. En un par de años, George espera tener a punto su empresa y comenzar a recoger sus frutos.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)