E L RUNRÚN

Beneficios colaterales

La Vanguardia, Màrius Serra , 18-11-2008

El viernes en Lleida, durante la celebración de la XXV edición de los premios Vallverdú, el director de la Escola Oficial d´Idiomes, Joan Ramon Zaballos, me informa sobre un beneficio colateral de la crisis financiera. En tiempos de recesión, la gente valora más la formación. Se lo he oído asegurar a más de un tertuliano, pero hasta hoy no tenía ninguna prueba fehaciente de ello. Ya sí. Resulta que la matriculación para estudiar idiomas sube como la espuma. En Lleida este curso el aumento ha sido espectacular. Imparten alemán, inglés, árabe, catalán, castellano (bajo el curioso epígrafe “español para extranjeros”), francés e italiano. Me intereso por los detalles. Los extranjeros del epígrafe son inmigrantes de todas las nacionalidades y su elección primera es el castellano. Lo digo por si Savater y sus acólitos se relajan un poco en sus obsesiones victimistas. Zaballos me cuenta que hasta hace poco, cuando la economía iba más boyante que el Barça de Guardiola, el principal perfil de estudiante era el de mujer europea de país del Este. Hoy, estas abnegadas estudiantes eslavas ya dominan el castellano y se matriculan en lengua catalana (dato que reproduzco como antidepresivo para catalanistas apocalípticos), mientras que los cursos de “español para extranjeros” reciben estudiantes de otras muchas nacionalidades. Incluso la comunidad china, que por lo visto es la más reticente a dar el salto lingüístico, acude a las aulas. Los precios de las escuelas oficiales son asequibles y sus profesores eficientes, pero algunos alumnos actúan como yo he hecho siempre con los gimnasios. Se apuntan llenos de buenas intenciones, pero a la que aprenden a decir “cortado”, “barrecha” o “son dos euros con cuarenta” entran en dinámica abstencionista. El día a día de cualquier trabajador ya es una carrera de obstáculos, y la pereza tiende al infinito cuando los horarios laborales cubren todas las horas del reloj. Me quedo, pues, con el dato del pragmatismo de mínimos que comparten los orientales.Al volver a Barcelona, veo que la lectora Salvadora Palop me ha enviado unas fotos tomadas en un salón de belleza regentado por orientales en la calle Borrell, entre Gran Via y Sepúlveda. Los servicios que ofrecen son tan exuberantes que me ponen los pelos de punta. Por 20 euros puedes hacerte una “permanente pestana” que debe ser una pestaña postiza, por 120 un “tatuaje de ceja” y por 150, “bordar cejas”. Glups. Pero el absentismo escolar luce en todo su esplendor en otros servicios. Desde 3 hasta 70 euros ofrecen “divilación con cera”, en lo que intuyo una modalidad depilatoria más bien vil a la que no pienso someterme. En cambio, la carta de cortes ya se acerca más a mis intereses. Desde 28 euros ofrecen “menchas + cartar” (mechas y cortar, intuyo) o un impronunciable “secador d cascc”, y por 2 euros la unidad unas “exiensiones” que suenan a exenciones más que a extensiones (¿cuál será la unidad: un pelo?). Aunque sin duda, la guinda se la lleva otro servicio no capilar. Junto a la sauna, el masaje corporal, la limpieza de cutis o la reflexoterapia, el establecimiento de Borrell (me pregunto cómo pronunciarán el nombre de su calle) ofrece un servicio innovador: “wanicura”. Viendo sólo los carteles se me hace difícil imaginar si se refiere a la manicura o a la pedicura, pero más bien me inclino por lo primero. La verdad es que entran ganas de acogerse a una expresión valenciana y enviar al creador de la “wanicura” a fer la mà,pero creo que será mucho más útil para todos que vaya a la Escola Oficial d´Idiomes más próxima. Aunque sólo sea porque hay crisis.

MariusSerra@ verbalia. com
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