La inmigración, desde el otro lado
Tratan a diario con extranjeros y conocen de cerca sus problemas y sus alegrías. Un grupo de trabajadores malagueños narran su experiencia ayudando a estas personas
Diario Sur,
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16-11-2008
Ser un extranjero en una tierra desconocida provoca sensaciones contrapuestas. Por una parte, está la esperanza de mejorar en la vida, ayudar a la familia o labrarse un futuro. Por otra, la tristeza por lo perdido, el desarraigo y la soledad. Así se sienten miles de inmigrantes que llegaron a Málaga provenientes de una multitud de países y que ahora más que nunca, cuando ya no hay para todos y los sueños europeos se rompen, se encuentran perdidos. Pero la inmigración tiene otra cara, la de muchos españoles que se convierten en un rostro amigo, un destello en la penumbra del exilio. Son malagueños que trabajan a diario con los inmigrantes. Han escuchado muchas historias, muchas de ellas verdaderas tragedias. Algunos de ellos narran su experiencia en el día a día de su trabajo.
JULIO PULIDO
Cruz Roja
«Viven verdaderas tragedias»
Julio Pulido es quizás quien vive más de cerca situaciones límite como responsable del Equipo de Respuesta Inmediata de Emergencia de Cruz Roja. Se trata del dispositivo que recibe a las pateras que llegan a la costa malagueña. Julio explica que la función de este equipo es ofrecer la primera atención sanitaria a los inmigrantes, darles abrigo, agua y alimentos. Él lleva desde el año 2003 como voluntario en este puesto.
A veces ese primer contacto después de días en el mar es un grito de socorro sin palabras. «Llegan totalmente desubicados, deshidratados, con hipotermia y con mucho miedo, así que sientes la necesidad de ayudarles y reconfortarles aunque sea con un poco de abrigo», indica Julio que señala que lo que más le impacta cada vez que llega una patera son los ojos asustados de los inmigrantes. «Muchos viven verdaderas tragedias y han perdido a familiares o amigos que ellos mismos han tenido que echar al mar en la travesía», dice Julio. «Son situaciones límite que cambian a las personas», continúa.
Aunque su trabajo también guarda recuerdos menos graves. Julio recuerda que muchos inmigrantes intentan pagarles por su ayuda como agradecimiento, o que a veces se reencuentran con inmigrantes que vuelven en patera «algunos por cuarta vez».
MARÍA DEL MAR SEPÚLVEDA Y GLORIA GONZÁLEZ
Trabajadoras sociales
«Escuchar cura tanto como una medicina»
En los casos más extremos los inmigrantes precisan atención sanitaria en hospitales. Es ahí donde se desarrolla el trabajo de María del Mar Sepúlveda y Gloria González. Son trabajadoras sociales del Hospital Regional Carlos Haya y del Materno Infantil, respectivamente. Desde hace unos años, se ha incrementado el número de inmigrantes con los que trabajan. Son las encargadas de hacer una evaluación global de la historia de estas personas a través de entrevistas, datos sanitarios, tratamiento, grado de autonomía, situación familiar y económica y redes de apoyo social de las que dispone. Estas trabajadoras se coordinan con asociaciones de ayuda al inmigrante. Muchas veces, se trata del primer paso para la integración posterior. El trabajo diario en el hospital es a veces muy duro.
«Antes que profesionales, somos personas. Aunque sea tu trabajo, encuentras situaciones muy duras», explica María del Mar, quien señala que su labor dentro de los centros sanitarios es muy desconocida pero muy necesaria. «A veces cura más un abrazo, una mirada, el lenguaje no verbal o mostrarles que estás ahí para escucharles», corrobora Gloria.
El trabajo de Gloria es si cabe más sensible todavía, ya que trata a diario con mujeres embarazadas y con menores. A Gloria le afecta sobre todo ver a las mujeres embarazadas de riesgo, porque están completamente desamparadas y muy solas. Uno de los casos más difíciles que ha atendido últimamente fue el de una joven de Ghana que no entendía ninguno de los idiomas que dominaban los traductores del Materno. «Estaba completamente asustada y no comprendía dónde se encontraba; no podíamos explicarle nada porque sólo hablaba un dialecto muy minoritario», indica. Finalmente, tuvo a su hija y muchas veces les visita para que vean que la niña está bien.
María del Mar, por su parte, no olvidará nunca el caso de una joven libanesa que acudió a Carlos Haya por una sospecha de maltrato. «Le ayudamos mucho para mejorar su situación y cuando al final le dieron el alta su madre me dio un abrazo con el que me lo dijo todo, no hacía falta que nos diera las gracias», señala María del Mar, que señala que lo que más le satisface de su trabajo son esos últimos abrazos, cuando se van con esperanza de encontrar una casa o un trabajo gracias a su labor.
NADIA MOUHINOU
Traductora del Carlos Haya
«El idioma es la primera barrera»
Claro que muchas veces esto no sería posible sin el trabajo de los traductores que trabajan en el hospital. Nadia Mouhinou es una de las primeras que trabaja en Carlos Haya desde que comenzó el programa de traducción al inmigrante en agosto de 2005. Nadia se encarga de salvar la barrera del lenguaje y acercar las diferentes culturas. «La mayoría de los problemas que se plantean en el hospital es por el desconocimiento que tienen muchos inmigrantes de nuestro sistema sanitario o de la salud en general», indica Nadia, que habla inglés, francés, árabe y el dariyam, un dialecto marroquí. «Muchos inmigrantes llegan aquí con dolores pero no dicen nada porque piensan que les van a cobrar; a otros, sobre todo marroquíes, tienes que explicarles qué es un cáncer porque es un concepto que para ellos no existe y no comprenden su gravedad», recuerda.
ÓSCAR MORALES
Voluntario del comedor de Santo Domingo
«Me dicen los nombres de toda su familia»
En la calle, llega la hora de buscarse la vida. Muchos inmigrantes se han quedado en los últimos meses sin trabajo debido a la crisis de la construcción y el dinero no les llega para comprar alimentos. Algunos de ellos acuden al comedor de Santo Domingo, que se encarga de ofrecerles algo de comida. Óscar Morales trabaja allí desde hace seis años y explica que el 80% de los 200 comensales que reciben a diario son extranjeros. Latinoamericanos y marroquíes son mayoritarios en entre las mesas del comedor. Óscar se dedica a servir la comida, organiza la compra para tanta gente y prepara los desayunos. Aunque indica que su mayor labor no es alimentar el estómago, sino ayudar a estas personas a pasar el mal trago. «No vienen aquí por gusto, sino porque lo necesitan», señala Óscar, que añade que el paso de la mayoría de los comensales por el comedor es temporal. «Vienen unas semanas y ya no vuelven más, lo que es una buena señal, porque significa que su situación ha mejorado», dice. Aunque con algunos se establece una relación especial. «Muchos me cuentan cosas de sus vidas y me dicen hasta los nombres de todos sus parientes», bromea.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ
Abogado de Málaga Acoge
«El idioma es la primera barrera»
José Luis Rodríguez es abogado de Málaga Acoge, una ONG que ofrece apoyo y formación al inmigrante. La labor de José Luis es ofrecerles asesoramiento jurídico sea cual sea su situación en España. «Nosotros no preguntamos si están regularizados o no, simplemente les tendemos una mano», señala. Desde la tramitación de los papeles hasta problemas de despidos improcedentes o con el desempleo, la labor del equipo jurídico de Málaga Acoge es muy variada. Los inmigrantes aprenden con ellos el funcionamiento administrativo del país. Pero ellos también aprenden de los inmigrantes. «Mi trabajo es como viajar sin viajar porque conozco a diario a personas de procedencias muy distintas, con culturas diferentes», añade.
La mayor satisfacción de José Luis es conseguir aumentar los derechos de los inmigrantes. «Nuestro gabinete atiende casos particulares, pero también recursos generales. Y hay todavía muchas batallas por librar», señala José Luis. «Los inmigrantes no son ciudadanos de segunda con menos derechos que los españoles; vienen aquí porque, como haríamos todos, se ven obligados a huir de países empobrecidos para intentar labrarse un futuro», sentencia.
En el día a día también escucha muchas historias. Las que más le marcan son las tragedias de los que llegan en patera, como el incendio en la comisaría de Málaga en el que murieron varios inmigrantes. También es más sensible cuando hay menores por medio. «Algunos han vivido en trece años más que nosotros en toda una vida», asegura. Historias que son difíciles de olvidar.
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