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«Sí, a mí también me dijeron si me quería ir a Francia o a A Coruña, pero me negué»
La Voz de Galicia, , 16-11-2008| Testimonio de residentes del recinto de acogida de Vitoria
Las suelas de sus zapatillas deportivas se abren de par en par, dejando asomar unos dedos inundados por la lluvia. Sus únicos abrigos son unas sudaderas que les hacen tiritar. Es la ropa que les dieron en el centro de menores no acompañados Zabaltzen. Algunos de ellos hurgan entre la basura buscando algún trapo que les abrigue de un invierno que en Álava pega como Tyson. Pero no solo de su liviana ropa se quejan con amargura estos chicos de entre 14 y 17 años. Lo peor, según cuentan, son los golpes con la mano abierta por parte de la mayoría de los monitores. «Estás comiendo, pasan por detrás y te sueltan una bofetada, sin motivo», cuenta uno de ellos. El mismo que asegura que el mes pasado uno de los educadores se le acercó y le ofreció irse a otro centro. «Me dijo que si aquí no estaba contento, me podría ir a otro sitio que yo quisiera. Me dijo que las puertas estaban abiertas y que si quería ir a Francia o a A Coruña me pagarían el billete. Pero no quise porque no me querían dar mi pasaporte, que lo tienen guardado».
La mayoría de los doce marroquíes que se ofrecieron a hablar con La Voz conocen a algunos de los 23 chicos que desde el pasado mes de agosto llegaron a Galicia desde el País Vasco. Y aseguran que fueron los monitores quienes los llevaron a la estación.
Sobre las denuncias por malos tratos – se lo comunicaron a la policía en numerosas ocasiones – , los menores aseguran que algunos de los educadores «grandes como elefantes» se pasan todo el día pegándoles. «Si no quieres comer, te pegan; si hablas por la noche, te pegan; si enciendes la televisión, te pegan; si llegas tarde, te pegan y te obligan a dormir en la calle aunque llueva. Te pegan a veces sin hacer nada, solo para reírse», cuentan.
Uno de ellos muestra los efectos de una de esas supuestas agresiones. Se levanta el pantalón, que escurre agua, y enseña el vendaje de su pierna. «El otro día, sin motivo ninguno, me dieron un puñetazo y me tiraron al suelo y me lastimé el tobillo». Luego, añade, «me amenazaron que si contaba algo me iban a volver a pegar; pero ya no aguanto más, me quiero ir del centro».
Todos se quieren ir del centro. Pero no pueden. Dicen que sus papeles los tienen los responsables del centro bien guardados y no se los quieren dar.
Sobre la comida, más lamentos. «Nos dan un pan muy duro que tiene una semana y si no lo comes te pegan», relata uno de ellos. Peor todavía: «El zumo y el chocolate nos lo quitan de nuestra mesa y se ponen a comerlo, riéndose de nosotros».
Sobre el hacinamiento, dicen que hace meses era mucho peor que ahora. Tras una reforma en el edificio, se mejoró bastante, pero «seguimos durmiendo unos encima de otros». Afirman que si no se llegan a ir muchos, por cumplir los 18 años o porque los enviaron a otro centro, «tendríamos que dormir en el suelo». Porque en el suelo pasaban la noche no hace muchos meses algunos internos por falta de camas. Por último, denuncian que solo tienen 10 minutos de agua caliente en las duchas. «Solo hay agua caliente para los dos primeros que se duchan y el resto se tiene que bañar con agua muy fría», concluyen.
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