Obama y los latinos

La Prensa Gráfica, Sergio Muñoz Bata/ Columnista de LA PRENSA GRÁFICA, 13-11-2008

Las encuestas de salida muestran que para los latinos, al igual que para la mayoría de los votantes, el deterioro de la economía fue la principal razón para votar por el cambio.

Superando las inevitables tensiones raciales que surgen del roce cotidiano en los barrios, las escuelas secundarias y en los centros de trabajo, los latinos fueron a las urnas este 4 de noviembre y dos tercios de ellos votaron a favor de Barack Obama. Visto en términos de porcentajes y números absolutos, se podría argumentar que su contribución al triunfo de Obama fue marginal. Solo votaron unos 10 millones de los más de 122 millones de personas que sufragaron en esta elección.

Quedarse en este nivel del análisis, sin embargo, sería un grave error, en primer lugar, porque esta interpretación no parece tomar en consideración las peculiares características del sistema electoral norteamericano. En este país las elecciones las gana no quien recibe mayor número de votos, sino quien supera los 270 votos del Colegio Electoral. Un controvertido mecanismo creado por los autores de la Constitución de 1787, argumentando que sería irresponsable que la gente que no tenía ni la información suficiente ni la preparación necesaria para tomar decisiones sensatas eligiera al presidente. También adujeron que la separación y el equilibrio de poderes que demanda un gobierno republicano les impedían darle al poder legislativo la atribución de escoger al presidente.

Así, los constituyentes optaron por un sistema en el que los ciudadanos votan para tener un número de electores que varía en función del número de senadores y el número de representantes de cada estado al Congreso, que a su vez es determinado por el número de pobladores. El Colegio Electoral consta de 538 electores, número que resulta al sumar dos senadores por cada estado más el equivalente al número de representantes de cada estado al Congreso. California tiene 55, Texas 34, Nueva York 31, la Florida 27, Illinois y Pensilvania 21. Por otro lado, Alaska, Delaware, Montana, Dakota del Norte y Dakota del Sur, Vermont y Wyoming, solo tienen 3 delegados. Washington, D.C., tiene 3 electores.

Dentro de este sistema, la importancia de estados sólidamente demócratas como California, Nueva York e Illinois, o de estados dominados por los republicanos como Texas, Georgia y Utah, es solo relativa. De hecho, la elección del presidente la deciden los estados cuyas preferencias fluctúan entre ambos partidos. En este sentido, por ejemplo, la batalla electoral de 2008 se centró en un puñado de estados como Ohio con 20 votos electorales, Indiana con 11 o la Florida con 27.

Dentro de este escenario, el voto latino cumplió con el objetivo fundamental de la estrategia de Obama de servir para inclinar el fiel de la balanza en ciertos estados claves. En Nuevo México, Nevada y Colorado, por ejemplo, fueron protagonistas “porque ahí”, dice Antonio González, presidente del instituto de investigación William C. Velásquez, “es indudable que el voto de los latinos le dio el margen de victoria a Obama”.

“En la Florida”, señala el analista Sergio Bendixen, “el caso es todavía mas dramático porque en 2004 favoreció a George W. Bush 56 – 44 y ahora prefirió a Obama 57 – 42. Esto fue posible porque se dieron tres cambios drásticos en esta elección. Mientras que en 2004, seis de cada 10 cubanos votaron por Bush, en 2008 solo cuatro de cada 10 votaron por John McCain. Ahora, el 60% del voto latino lo emitió una especie de coalición latinoamericana formada por puertorriqueños, sudamericanos, dominicanos y centroamericanos que en un 70% votó por Obama. Además, en esta ocasión el peso del voto cubano disminuyó porque los cubano – americanos nacidos en EUA votaron 3 × 2 por Obama”.

Obama ganó el voto electoral de manera abrumadora. A determinada hora, ya llevaba 364 votos contra 162 de McCain y 12 aún sin decidir. También ganó el voto popular con una ventaja de más de 8 millones de sufragios y ayudó a que su partido aumentara su mayoría en ambas cámaras del Congreso.

Las encuestas de salida muestran que para los latinos, al igual que para la mayoría de los votantes, el deterioro de la economía fue la principal razón para votar por el cambio. Pero los latinos tenían otra razón para repudiar a los republicanos: sus posturas antiinmigrantes.

“El Partido Republicano no podrá reconstituir su imagen si persiste en su sentimiento xenofóbico”, comentó Cecilia Muñoz, vicepresidente del Concilio Nacional de la Raza, “pero el Partido Demócrata no puede dormirse en sus laureles. Tiene que mostrar resultados concretos, sobre todo a quienes por primera vez le favorecieron con su voto”.

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