Se multiplican desde hace unos días los asaltos de inmigrantes ilegales a la frontera de Melilla. La Guardia Civil hace lo que puede, pero sufre una notable carencia de recursos personales y materiales para contener esta avalancha cotidiana. Las razones profundas de este fenómeno exigen soluciones políticas a gran escala y un espíritu de cooperación que no siempre se percibe en los países implicados. Mientras tanto, no hay que dar facilidades a las mafias, ni fomentar la tentación de aventuras individuales. Por eso es inaceptable que no se reparen de forma urgente los daños causados en las vallas fronterizas por las últimas inundaciones. Melilla está en situación de alerta máxima después de cinco oleadas sucesivas de gente desesperada que, según explican los agentes, utiliza piedras, palos y todo lo que encuentra a mano. La eficacia de las Fuerzas de Seguridad ha impedido por ahora la entrada de estos inmigrantes «sin papeles», pero es imprescindible la voluntad política para afrontar el problema en todas sus dimensiones.