Los africanos tienen noticia de que el panorama del trabajo en Europa es sombrío, pero siguen tratando de llegar. Tal vez porque salieron hace tiempo, cuando aún no se había extendido la noción de crisis y ahora han recorrido tantos kilómetros hasta alcanzar las puertas del “paraíso” que se resisten a aceptar la cruda realidad. Desde Europa, algunos de sus paisanos les cuentan que se han quedado en paro y que ahora es casi imposible encontrar un nuevo empleo. Y que los españoles empiezan a aceptar ya los puestos que antes rechazaban. Pero los inmigrantes siguen sin atreverse a regresar a sus países de origen y eso resta credibilidad a sus palabras de desaliento.