Heridos 14 subsaharianos y nueve policías Melilla vuelve a ser un punto caliente en los flujos migratorios. En la madrugada de ayer, unos 150 subsaharianos protagonizaron una avalancha que a muchos recordó a las que se vivieron en el mismo escenario hace tres años.

En lugar de intentarlo por los cauces de los arroyos, como habían hecho en los últimos días, lo intentaron por el puesto fronterizo de Beni – Enzar. Era el mismo sistema usado en junio por 70 subsaharianos: entrar a la carrera y por la fuerza a través del puesto fronterizo. Para ello, debían superar primero el control aduanero de Marruecos, atravesar los 200 metros de tierra de nadie y asaltar el puesto de control español.

En junio, medio centenar de subsaharianos consiguió inicialmente su objetivo, pero ayer no sucedió lo mismo porque la Policía Nacional cerró la verja de la frontera. Ninguno logró poner un pie en Melilla. Tampoco minutos más tarde cuando, después de ser disueltos por la policía marroquí, unos 60 se volvieron a organizar para llevar a cabo una segunda tentativa, esta vez armados con piedras y palos y avanzando «a la desesperada» por tierra de nadie, donde se llevaron por delante a vehículos y a agentes, lo que obligó a utilizar material antidisturbios.

Dos guardias civiles resultaron contusionados, mientras que un policía y seis guardias civiles se vieron afectados por los gases lacrimógenos. También hubo siete policías marroquíes y 14 inmigrantes heridos.

Los efectos de las lluvias (que dejaron la valla en muy mal estado) son la causa de este aumento repentino de la presión migratoria en la frontera. La reparación no finalizará hasta dentro de dos o tres semanas. En la ciudad se declaró el «nivel máximo de alerta».