Barack Obama prometió una reforma migratoria en su primer año en la Casa Blanca. Pero debido a la crisis financiera en EUA, la reforma no tiene un panorama tan claro.

En Estados Unidos

El 4 de enero, el 111.º Congreso estadounidense tomará posesión con una mayoría demócrata que, en teoría, hará más fácil la labor de gobernar para el presidente Barack Obama.

Durante su campaña, el futuro mandatario prometió impulsar un proyecto de reforma migratoria integral en el primer año de gobierno. Pero eso fue antes del derrumbe financiero de Wall Street y de las extraordinarias medidas que tanto la administración Bush como el gobierno de Obama tendrán que tomar para solucionar la crisis económica.

“En teoría, podríamos decir que tienen los votos para pasar un proyecto de reforma migratoria, pero creo que eso no sucederá en ningún momento cercano”, advertía el analista legislativo del American Enterprise Institute, John Fortier.

El nuevo Congreso no tendrá caras como la senadora republicana Elizabeth Dole, una de las autoras de la maniobra que hizo fracasar la propuesta de reforma migratoria de 2007. El alcalde de Hazleton, Lou Barletta, quien salió a la palestra pública como el autor de la normativa municipal más restrictiva contra los inmigrantes, tampoco logró un escaño en la Cámara de Representantes.

Pero Fortier destaca que el Partido Republicano está recomponiéndose de la derrota electoral con senadores y representantes analizando los mensajes de sus votantes.

“El asunto migratorio divide enormemente al partido republicano, pero también despierta dudas entre muchos demócratas, especialmente los que representan a los distritos altamente volátiles electoralmente hablando. En muchos de esos distritos hay disconformidad con la inmigración y sus representantes en el Congreso no han estado ni estarán en el futuro dispuestos a poner su mandato en juego”, explica.

Además, el tema migratorio es tercero o cuarto en el interés de los votantes latinos, según revelaron las encuestas de salida de urnas que realizó la casa Bendixen y Asociados, una de las más reconocidas en opinión pública entre la población hispana. Sergio Bendixen, su director, matiza que “el tema migratorio hizo que los inmigrantes se involucraran en el proceso electoral desde temprano” en la contienda, aunque, al igual que a la mayoría de estadounidenses, les preocupara en primera instancia el mal estado de la economía.

En ese sentido, el encuestador apunta que por lo menos, en parte, muchos votantes latinos podrían sentirse defraudados si Obama no acomete la reforma.

El recién nombrado jefe de gabinete de Obama, el congresista Rahm Emmanuel, se opuso a discutir la reforma migratoria el año pasado por considerar que era un asunto que podía perjudicar a los demócratas en un año preelectoral. Emmanuel, quien trabajó en la Casa Blanca en la presidencia de Bill Clinton, dijo durante la campaña que la reforma no debía ser una de las prioridades del gobierno de Obama, ya que los ojos del mundo estarían puestos en su desempeño para rescatar la economía y salir de Iraq de manera decorosa.

En contraste, para Frank Sharry, quien ha liderado esfuerzos por implementar la reforma por casi dos décadas, la contundente victoria electoral demócrata ha demostrado que el tema migratorio no es tan espinoso como se pensaba. “Muchos candidatos demócratas no eludieron el tema migratorio, sino que lo defendieron. Políticamente se está volviendo un tema beneficioso para los demócratas”, dijo.

Además, Sharry apuntó que el Partido Republicano debe analizar el rechazo de los votantes latinos, que luego de apoyar en un 40% a George W. Bush en 2004, menos del 30% votó por John McCain.

La encuesta de Bendixen apunta que solo 9% de los votantes latinos considera a los republicanos como favorables a los inmigrantes. “Si yo fuera un político republicano, estaría bien preocupado por esas cifras, porque obviamente está afectando los patrones de votos de un porcentaje de votantes cada vez más importante”, señaló Sharry.