Inmigración e hipocresía

Diario Sur, Francisco Gómez Escribano, 08-11-2008

El 31 de octubre pasado se ha conmemorado una efeméride negra en el Campo de Gibraltar: 20 años del primer fallecimiento múltiple de inmigrantes documentado al cruzar el Estrecho en busca de una vida mejor. Lugar, playa de Los Lances, Tarifa. Resultado, 18 muertos y cinco supervivientes. Desde entonces, una larga cadena de seres humanos han muerto de frío o ahogados al intentar hacer la misma travesía, u otras, más peligrosas, forzados por el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE). El número de muertos ha sido directamente proporcional a dos factores: la bonanza económica que hemos vivido en España durante estas dos décadas y el empobrecimiento de las sociedades de los países de origen.

Como español, soy consciente de que el Gobierno debe poner los medios necesarios para erradicar la inmigración ilegal. Ningún país occidental podría soportar las consecuencias económicas y sociales de una avalancha de inmigrantes descontrolada. Como ser humano, me pongo en el lugar de esas criaturas (los inmigrantes ), y no dejo de pensar que si yo fuera un subsahariano de un país en guerra, haría lo mismo que ellos, me echaría la mochila al hombro y buscaría una vida mejor para mí y para mi familia. El problema de África y de Sudamérica, quizás, sean la abundancia de materias primas que tienen. Y la codicia de Occidente, amparada por nosotros, los ciudadanos, no lo olvidemos, que subvencionan a reyezuelos y dictadores de medio pelo (pero muy crueles), con tal de tener fácil acceso a esas materias primas. Porque la pregunta es la siguiente: ¿quién está vendiendo ahora mismo las armas al Congo? Piénsenlo durante unos segundos.

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