Todas las mañanas se presentan en un portal de la iglesia hasta un centenar de personas para pedir una barra de pan. La imagen, aunque pudiera parecer la recreación de cualquier escena medieval, ocurre diariamente en la calle Oquendo: un anónimo ser humano llama a la puerta y otro anónimo ser humano le extiende el brazo ofreciéndole una barra de pan: es el pan de los pobres, el pan de San Antonio.

Cada día se entregan unas 90 barras de pan, y los sábado llegan hasta 100. Principalmente son inmigrantes sin recursos los que se acercan a pedir la barra de pan, pero también hay personas de aquí, que buscan a diario este alimento al que luego le tienen que añadir algo para meter en su interior.

Esta antigua costumbre es sufragada gracias a los donativos de los feligreses que dan dinero para este fin en el cepillo destinado para el pan de San Antonio.