El sueño americano de un hombre negro

Con obama en la cASA blanca, el pueblo norteamericano rompe sus estereotipos. El presidente de EEUU tiene Hussein de segundo nombre y ha reconocido haber consumido marihuana y cocaína

Diario de noticias de Alava, jAVIER vELILLA, 06-11-2008

vitoria. “No hay un EEUU blanco y un EEUU negro, sino los Estados Unidos de América”. Barack Obama pronunció esa frase en un discurso que le convertiría en la gran esperanza demócrata, durante la convención de su partido en Boston en 2004. La frase, sin embargo, no logra ocultar el sueño americano de un hombre negro, una esperanza que, como él mismo ha proclamado, ha sido “la de los esclavos entonando cánticos de libertad frente a la lumbre, la de los inmigrantes que emprenden rumbo a costas lejanas” y, cómo no, la de Barack, “un niño delgaducho” de padre negro y madre blanca capaz de moverse entre varios mundos: “Es lo que ha hecho toda la vida”, señala su hermana Maya. Obama está acostumbrado a navegar entre dos aguas. Hijo de Barack Obama, un economista keniano educado en Harvard, y de Ann Dunham, una mujer de Wichita (Kansas, estado incrustado en el corazón de EEUU) ambos fallecidos, nacido en Honolulú (Hawai) y criado entre Estados Unidos e Indonesia, conoce tanto los sofisticados pasillos del poder y el privilegio, como los barrios más desheredados de EEUU.

Quizás esa mezcla sea la que logre que el país de los tópicos se rinda ante el antihéroe. No tiene experiencia, ni pertenece a ningún lobby político o económico y hasta el aparato del partido le dio su apoyo a regañadientes. Para colmo es un negro afroamericano que admite haber consumido en algún momento de su vida marihuana y cocaína y que tiene Hussein como segundo nombre… un nombre elegido por su padre, quien al poco de nacer Barack les abandonó para conseguir la licenciatura en Harvard, tras la cual regresó a su Kenia natal, donde fallecería en 1982 en un accidente de circulación.

Después de sufrir el abandono de Barack Hussein, Ann se casó con un administrador de petróleo indonesio llamado Lolo Soetoro, y Barack se fue a los seis años a vivir a Yakarta. Fue ahí donde asistió a una escuela católica, siendo protestante, y en un país de mayoría musulmana, una paradoja más en su vida.

Según parece, su padre adoptivo era musulmán y llevó en alguna ocasión al pequeño Barack a la mezquita. Una visita utilizada hoy por sus detractores para ver en él a un musulmán infiltrado.

de indonesia a chicago Después de vivir en Yakarta por un tiempo, se mudaron a Nueva York, donde Barack concluyó sus estudios en leyes en la Universidad de Columbia, por la que en 1983 se licenciaría en Derecho antes de trasladarse, dos años después, a Chicago para trabajar en un despacho de abogados.

Ahí comenzó su activismo político. Junto a la iglesia de su comunidad colaboró en programas de mejoras en el capítulo de vivienda y para la disminución de los índices de criminalidad. Inquieto y ambicioso, realizaba estudios de posgrado en la prestigiosa Universidad de Harvard, donde conseguiría ser el primer afroamericano en dirigir la prestigiosa revista de leyes Harvard Law Review, un cargo que le inició en la escritura.

En 1988, una editorial le ofreció publicar sus memorias y Obama regresó a Kenia para buscar sus raíces. El resultado de aquel viaje fue el libro autobiográfico Sueños de mi padre , publicado en 1995, en el que Barack admite, entre otras cosas, haber consumido en algún momento de su vida marihuana y cocaína.

Tras el éxito editorial, en 2006 saldría a la luz su segunda obra. Esta vez, políticamente más correcta y encauzada a apuntalar su carrera política. Se tituló La osadía de la esperanza , y en ella propone lo que ahora es el eje de su campaña: superar las divisiones raciales, religiosas o políticas en la solución de los problemas cotidianos. Fue otro éxito de ventas.

en la Élite Antes de aceptar las ofertas editoriales, Obama se había dedicado a la docencia, impartiendo clases de Derecho Civil y Derecho Constitucional. Barack Obama ya había dado el salto a la ortodoxia norteamericana y se codeaba con la élite política del país, apartándose cada vez más de los principios sociales que le había inculcado su madre.

Tras haber llegado en 2004 a senador por Illinois, en una campaña marcada por los escándalos y renuncias de sus rivales, la carrera de Obama ha sido imparable. El senador alcanzó el estrellato en la convención demócrata de 2004, que nominó candidato a John Kerry, quien eligió como ponente a un desconocido senador negro. Obama tomó la palabra y, con un vibrante discurso al que pertenecen las palabras citadas al principio, fue despedido en medio de una gran ovación y con todos los asistentes puestos en pie. En ese momento comenzó a creer en sus posibilidades.

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