LA REBELDIA

ROSA PARKS, LA REBELDE TRANQUILA

El Mundo, Por MARIA RAMIREZ, 06-11-2008

Su protesta simbólica de no dejar su sitio a los blancos en un autobús inició una lucha que ha terminado en la Casa Blanca A los pocos meses de haber tomado posesión como senador de EEUU, el tercer negro elegido en toda la Historia y el único en la última legislatura, Barack Obama intervino ante sus colegas en un emocional discurso. Rosa Parks acaba de morir.


«Creo que es justo decir que si no hubiera sido por ese momento tranquilo de coraje de la señora Parks, hoy yo no estaría aquí de pie. Le debo un enorme gracias, igual que toda la nación», dijo Obama, en octubre de 2005, como homenaje a ese instante, 50 años antes, en que una discreta costurera cuarentona empezó una reacción masiva cuando en un autobús de Montgomery, en la segregada y aún hoy racista Alabama, se negó a cederle su asiento a los blancos, como obligaba la legislación local. Su arresto provocó la primera oleada de protestas en el Sur, con un boicot de 13 meses al transporte público que desembocó en la declaración del Tribunal Supremo de que la discriminación de la ciudad era inconstitucional.


Uno de los misterios de su historia es cómo una mujer reservada de pocas palabras pudo rebelarse, convertirse en líder feminista y acabar con la discriminación legal. Sus descendientes recuerdan que era «muy tranquila», «como el agua quieta, pero que va calando», según Jen Stinson, una sobrina – nieta que aún vive en Montgomery.«Hablaba tan poco y tan bajo Su voz era como un susurro, cuando decía, ‘¿qué podríamos hacer? ¿Qué harías tú?’», recuerda otra de sus herederas, Gale Matthews, quien ayudó en casa de Parks en la distribución de zapatos para quienes se pegaban largas caminatas por no coger el autobús tras su arresto.


Incluso su forma de decir «no» aquella tarde de diciembre de 1955 delata modestia y autocontrol. De vuelta a casa después del trabajo en unos grandes almacenes, Rosa se sentó en la mitad del autobús. Los negros debían hacerlo en las últimas filas; las primeras se reservaban a los blancos y las de en medio podían ser mixtas, mientras blancos y negros no se sentaran al lado.Cuando el autocar se llenó en una parada, varios pasajeros negros se levantaron para ceder sus sitios, pero Rosa permaneció inmóvil, mirando por la ventanilla el cine de enfrente: la cartelera era del western A Man Alone (Un hombre solo). El conductor, James Blake, famoso por insultar a las afroamericanas, le gritó: «¿Te vas a levantar?». «Voy a hacer que te arresten», la amenazó.Con su inglés más cortés, Rosa contestó, bajito y claro: «You may do that» (Podría usted hacerlo).


Sin embargo, su discreción no debe llevar a confundir su acto con una casualidad. Rosa era secretaria del NAACP (Coalición para el Avance de la Gente de Color, en sus siglas en inglés), vivía entre activistas y abogados y llevaba años traumatizada por las humillaciones, como la de haber sido expulsada del autobús por ese mismo conductor.


«Algunos niños aprenden en el colegio que Rosa Parks no ofreció su sitio porque le dolían los pies. Los libros de texto de nuestro país sólo cuentan la mitad de la historia. Ella dijo una vez: ‘De lo único que estaba cansada era de ceder’», recordaba el senador Obama ante sus colegas en Washington.


Con seis años, Rosa se quedaba dormida en el salón junto a la mecedora del abuelo Sylvester, muy claro de piel (el bisabuelo de Parks era el terrateniente blanco propietario de su bisabuela esclava), mientras él vigilaba con su pistola en la mano por si miembros del Ku Klux Klan intentaban quemar su casa. «Mi abuelo no quería buscarse ningún lío, pero iba a defender su hogar.Yo pensaba que, pasara lo que pasara, quería verlo. Quería ver cómo disparaba esa pistola. No me pillarían dormida», escribe Parks en su autobiografía, Quiet Strenght.


Hija de una profesora con estudios universitarios, Rosa completó el bachillerato en una escuela progresista con maestras blancas de Massachusetts. Después, trabajó en una base militar donde no se aplicaba la discriminación gracias a un decreto del presidente Roosevelt, cosió para Virginia Durr, una blanca que luchaba contra la segregación, e incluso siguió un curso de activismo por su cuenta después de casada, algo inusual para una sureña de cualquier color.


La heroína de Alabama estaría orgullosa de ver hoy a un negro como presidente de su país, aunque a él aún le toque afrontar la pobreza como nueva forma de segregación, sobre todo en el Sur. El presidente Obama tal vez debería darse una vuelta por el barrio de Montgomery donde está la casita de ladrillos rojos donde vivió Parks, idéntica a las que integran las dilapidadas casas populares de Cleveland Court. Lo que antes era una pequeña urbanización de clase media trabajadora hoy se ha convertido en la periferia marginal, con niños que corretean descalzos con las piernas marcadas por las hormigas tigre y padres desempleados que apenas recuerdan quién era Rosa Parks.


Pies de fotos tituladas


PRISION. Rosa Parks, camino de la cárcel en Mongomery, Alabama, acompañada por su abogado (derecha) y por un oficial de policía en diciembre de 1955. / LIBRARY OF CONGRESS, NAACP COLLECTION


EL REVERENDO DETENIDO. Martin Luther King posa para las fotografías de la ficha policial tras ser arrestado por participar en el boicot a los autobuses de Montgomery en 1956. / PAUL ROBERTSON


SENTADA. Dos negros sentados como protesta en asientos que estaban prohibidos para ellos, una forma de rebelarse contra el racismo iniciada por unos estudiantes en Carolina del Norte en enero de 1960 y que se expandió por todo el país. / CORBIS


EL DUQUE. Edward Kennedy ‘Duke’ Ellington dirigiendo su ‘big band’ en el Cotton Club de Nueva York en 1930. / NEW YORK PUBLIC LIBRARY


LA ENTRADA A CLASE. Elizabeth Eckford se dirige al Little Rock Central High School en 1957 seguida por una multitud que le recrimina su decisión de estudiar en un instituto blanco. / CORDON PRESS

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