Editorial
20 AÑOS DE MUERTES EN PATERA
El Mundo, 01-11-2008Hoy se cumplen 20 años del primer naufragio de una patera en el que murieron inmigrantes. Entonces fue un acontecimiento, algo extraordinario. Lamentablemente han fallecido desde entonces 18.000 personas en similares circunstancias, tantas como las que viven en la ciudad de Tarifa, donde se descubrieron esos primeros cadáveres. Con el paso de los años, la sensibilidad se ha relajado. El problema ha dejado casi de ser noticia. Baste decir que, en lo que va de 2008, han muerto más de 440 personas intentando llegar a España en cayuco. Lo cierto es que hoy mueren más inmigrantes en esas travesías que hace dos décadas. El blindaje policial de las costas ha llevado a las mafias a tener que realizar recorridos más largos y arriesgados. También las embarcaciones son cada vez de mayor tamaño, por lo que, en caso de accidente, la mortandad es mucho mayor.
El problema tiene difícil solución. Para empezar, en la actualidad es más un drama humano que una grave contrariedad para las autoridades, dado que representa sólo el 1% de la inmigración ilegal que entra en España. Además, Europa siempre será un reclamo para aquéllos cuya alternativa se reduce a morir de hambre en su país o intentar una nueva vida al otro lado del mar. Por otra parte, las ayudas a los países de origen – la mayoría dirigidos desde hace décadas por gobiernos corruptos – no llegan las más de las veces a dar ningún fruto.
Sin embargo, la tragedia es de tales proporciones que el Gobierno y la sociedad civil tienen la obligación de hacer todo lo que esté en sus manos para que no ocurra. Por lo pronto, hay que evitar irresponsables efectos llamada con mensajes del tipo papeles para todos, como ocurrió en la legislatura pasada. En ese sentido, la coordinación de las políticas de inmigración a nivel europeo supone una garantía de que eso no volverá a suceder. Hay que perseverar en el control de costas y en la lucha contra las mafias, con equipos y material del siglo XXI. Es incomprensible que, con los avances que hay, las fronteras sigan siendo hoy un coladero. Y se tiene que insistir en la colaboración con los países subsaharianos y del Magreb, con campañas informativas y también con ayuda económica y humanitaria que permita a sus habitantes salir de la miseria.
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