La inmigración en positivo
Deia, 28-10-2008
>Hacer visible el beneficio que aporta a la sociedad vasca la fuerza de trabajo de los inmigrantes es necesario, como también lo es desterrar estereotipos negativos que condicionan en buena medida el rechazo hacia este colectivo.
>LOS conceptos de crisis e inmigración se están entrecruzando en la actualidad y no toda la población vasca ve con buenos ojos la presencia de personas llegadas de otros países. Es demasiado sencillo pensar que el trabajador peruano, el empleado ecuatoriano, llegan a Euskadi para quitar el puesto de trabajo al posible empleado autóctono. Un pensamiento basado en estereotipos negativos que hay que corregir. Lo que cuesta más ver… y aceptar, es el beneficio que este colectivo, cada día más presente en las calles de nuestros pueblos y ciudades, aporta al conjunto de la sociedad. Porque todos aquellos inmigrantes que se integran cuentan con un trabajo con todas las garantías legales, se dan de alta en la Seguridad Social, pagan sus impuestos y comparten sus ratos de ocio con el resto del colectivo social que les acoge, pasan a ser ciudadanos sin distinciones de ningún tipo. El Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales va a poner en marcha una campaña de publicidad para recalcar entre los ciudadanos vascos la realidad de la inmigración. Una realidad que muchas veces pivota sobre ideas estereotipadas y compartidas por una mayoría social relativa que se basa en datos erróneos. En Euskadi hay 116.650 inmigrantes, que suponen un 5,4% de la población actual. Ratios muy alejados a los que soportan comunidades como Catalunya, Murcia o Valencia. Y estas personas, integradas en el sistema de beneficios sociales del que se dota el País Vasco, tienen derecho a disfrutar de la sanidad, de la vivienda, y de otras realidades como uno más. La contribución de la inmigración en Euskadi es medible. 54.500 del total de inmigrantes cotizan. Y hay 76.000 trabajadores, aunque 21.500 de ellos lo hacen en la economía sumergida. Con estas y otras cifras en la mano, lo que pretende el Gobierno vasco es descubrir a los sectores sociales más reacios los beneficios de la inmigración, sin cuyos trabajadores algunas realidades de conciliación familiar serían una quimera y el sector de cuidados geriátricos sufriría mucho por falta de personal laboral. En tiempos de crisis como los que se viven en la actualidad, los brotes xenófobos encuentran un caldo de cultivo mucho más amplio que en circunstancias boyantes. Parece aceptado que cuando las circunstancias no son propicias se vea la inmigración como una amenaza contra el empleo o el servicio sanitario de los que disfrutan los vascos. Sólo cuando se sabe que únicamente un 8% de los inmigrantes recibe la renta básica es cuando se desmontan todas esas creencias infundadas. Además, determinados sectores industriales vascos se encargan de recordar que no encuentran mano de obra para cubrir determinados perfiles, mirando de reojo a la inmigración. Y si atendemos al bajo índice de natalidad y al envejecimiento de la población vasca, la necesidad de trabajadores inmigrantes crece cada día que pasa.
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