Climático
El Correo, , 28-10-2008L os más viejos no recuerdan unas lluvias torrenciales como las caídas últimamente en Melilla. El pasado fin de semana el temporal dejó la ciudad incomunicada lo que provocó que la muy reforzada valla fronteriza con sus alambres de espino que la separa de Marruecos resultara en parte destruida. Esta catastrófica e inusitada circunstancia climatológica fue sin embargo providencial para que los inmigrantes que esperan agazapados en el lado de la desgarrada miseria aprovecharan para cruzar la frontera. Los desesperados del África tropical disponen de todo el tiempo del mundo para esperar un momento propicio que llegó esta vez por un desatado azote del clima para así hacer realidad la quimera de echar raíces en la orilla próspera mediterránea.
Las autoridades activaron la alerta por temor a una avalancha no sólo de barro y agua, también en este caso humana. Porque si se debe al cambio climático que se produzcan estas catastróficas tormentas, para los que huyen reconcomidos por el hambre seca representa un inesperado cambio de suerte que el cielo se abra con furia sobre tierras de habitual apacible bienestar y de este modo aprovechar la ocasión de un aguacero descomunal para cruzar al paraíso terrenal que está en Europa, lo que creen con fe ciega quienes lo buscan con ansia aunque no lo sitúe aquí la Biblia.
Cambios climáticos hubo y haberlos haylos aunque que le pese a Aznar y existe una teoría que sostiene que tiempo ha, mucho antes de naciera el agorero Al Gore, hace la friolera de siete mil seiscientos años, que el Mediterráneo, tumba hoy de africanos, sufrió las consecuencias de un enorme deshielo. Su nivel se elevó tanto que una ola gigantesca surgió por la parte del Bósforo. De este sunami habría nacido el mar Negro y sus fondos se exploraron por ‘National Geographic’ para hallar eventuales vestigios humanos que confirmaran el episodio bíblico del Diluvio. Lo cierto es que más indicios tienen los negros de los cayucos para creer que el maná divino cae por nuestros bonancibles pagos.
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