Un marroquí encañonó a una madre y a su hija en un establo de la Terra Chá

La Voz de Galicia, La Voz, 27-10-2008

Una familia de A Ponte de Outeiro, en Castro de Rei, vivió una auténtica pesadilla en la noche del pasado viernes como consecuencia de la acción de un joven marroquí que se presentó sorpresivamente en un establo armado con una escopeta y con un cinturón repleto de cartuchos. Finalmente, pese a que se produjo un disparo, el presunto autor del hecho pudo ser detenido por la Guardia Civil, que llevó a cabo un gran despliegue. El magrebí escapó armado y se escondió en una finca de maíz, pero tras una larga búsqueda fue localizado.

Abdul, un joven que no llega a los 25 años, es el protagonista de este suceso que pudo haber tenido un final trágico. En torno a las ocho de la tarde se presentó en el establo de una casa de A Ponte de Outeiro cuando una madre y su hija se hallaban en la sala de ordeño. El muchacho portaba una escopeta que había cogido de una estancia de la granja y que, presuntamente, pertenecía al propietario de la misma. A cierta distancia encañonó a las dos mujeres, que se quedaron casi petrificadas.

«Non chegou a amenazarnos de morte, pero sí nos encañonou mentras nos decía que quería falar co meu marido que, naqueles intres, non estaba», expresó ayer una de las mujeres. Cuando el propietario de la granja se presentó en el establo, el joven marroquí se fue a otra estancia y dejó encerradas a las mujeres que, con posterioridad, pudieron salir por otra puerta tras permanecer en la sala de ordeño bastante tiempo. Sin dejar la escopeta, el magrebí se enfrentó verbalmente con el granjero, quien, ante la situación del peligro, intentó avisar a la Guardia Civil, pero no lo consiguió. Fue un vecino, que, al parecer, oyó la discusión, quien llamó a los agentes.

Disparo y fuga

El joven armado, al detectar la llegada de la Guardia Civil, efectuó un disparo que impactó en el silo, y a continuación escapó corriendo, pero sin dejar en ningún momento la escopeta. Eran sobre las diez de la noche. Su captura se complicaba. Sin embargo, por las huellas se supo que había entrado en una finca de maíz, donde acabó siendo detenido.

El muchacho conocía perfectamente la granja y sabía que había una escopeta porque trabajó en la misma durante unos tres meses aproximadamente hasta que acabaron por prescindir de sus servicios porque no rendía. «Desde que conoció a otro compatriota que estaba en la zona de Meira, salía todas las noches y bebía. Luego, no trabajaba», dijeron.

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