Parados con nombres y apellidos
Diario de Noticias, 25-10-2008un parado, más otro, más otro, más otro… La suma de cada uno de ellos da una cifra fría, pero muy real: dos millones quinientos noventa y ocho mil ochocientos desempleados en España. Y es que, a veces, parece que simplemente hablamos de cifras (2.598.800), cuando detrás de cada dato hay una persona, con nombre y apellido, y con su propia historia. Alfredo, José Fernando, Roberto, Pilar y Miren son algunos de esos desempleados, que sin quererlo, de una forma inesperada, se han convertido en noticia. La crisis les ha dado de lleno: su falta de trabajo les ha otorgado un protagonismo anónimo en el escenario actual. La preocupación en la mirada de estas personas y su optimismo en la sonrisa reflejan la incertidumbre con la que se enfrentan al futuro más próximo.
Alfredo no se imaginaba hace unos meses que ayer iba a estar en una oficina del Inem para hablar sobre cómo va a resolver su actual situación laboral. “Hace una semana, me echaron. Durante 39 años he trabajado como administrativo para la misma empresa. Debido a una reorganización interna, según me argumentaron desde la Dirección, me han despedido”, cuenta este administrativo, de 56 años. Él no quiere dejar de trabajar, incluso, está dispuesto a trasladarse a otra provincia si la razón de su despido se ha debido a una reestructuración. “He presentado una solicitud de movilidad geográfica. No me importa con tal de tener un empleo”, repite una y otra vez. “A mi edad, resulta muy complicado colocarte, y se me plantea un problema de cómo hacer frente al pago de la cotización a la Seguridad Social hasta la prejubilación”, recuerda Alfredo.
En una situación complicada también se encuentra Roberto Txabarri , de 56 años, que está a punto de que se le termine el paro, y tampoco parece contar con un empleo en breve. “Sobreviviré como pueda. A principios de año, estaba desempleado; luego, durante dos meses, ejercí como auxiliar administrativo en el Gobierno de Navarra. Pero, ahora, me voy a quedar sin prestación por desempleo”, dice Txabarri, que ha desempeñado otras profesiones a lo largo de su vida, como comercial o jardinero.
desde ecuador y colombia
Los inmigrantes
Al igual que a Txabarri, a Pilar Live , de 44 años, se le termina a finales de octubre el cobro del paro. “He buscado empleo en distintos ámbitos: en residencias geriátricas, en casas particulares para cuidar a personas dependientes, en el sector de la limpieza, en la hostelería… Me he movido mucho, pero ha sido imposible, imposible”, indica esta ecuatoriana, con nacionalidad española, que lleva diez años en nuestro país. “Antes de quedarme sin empleo, ocupé un puesto de cajera en varias superficies comerciales”, cuenta Live, que casada y con cuatro hijos, achaca a la crisis, como motivo principal, de que ella ahora se encuentre en esta situación, aunque también le preocupa su edad. “Ya voy a cumplir 45, y con estos años comienza a ser más complicado emplearse”, manifiesta. Por el momento, su marido trabaja como administrativo en una empresa, pero como confiesa: “Con un único sueldo, no podemos hacer frente a todos los gastos que tenemos. Por ello, cuando deje de cobrar por desempleo, no sé cómo vamos a afrontarlo”.
José Fernando Verdesia también procede de otro país. Vino de Colombia hace nueve años, y antes de desempeñar su labor de mecánico, probó en el sector de la construcción. Hace cuatro años, se colocó en una empresa como mecánico de camiones. Sin embargo, el descenso de la actividad, provocado por la crisis, ha desembocado en que tenga que solicitar el cobro del paro. “Hoy mismo (por ayer), he venido a presentar los papeles para poder optar a la prestación”, señala Verdesia, de 50 años, y que no pierde la esperanza de encontrar un nuevo puesto como mecánico en un plazo breve de tiempo.
los jóvenes
Con vivienda, pero sin sueldo
Miren Iriarte tiene menos edad que José Fernando, 24 años. Pero, ella coincidió ayer con él en la misma oficina, porque también está desempleada. Ostenta el título de auxiliar administrativo, pero ahora quiere hacer algún curso sobre informática para complementar su formación y poder aspirar a “un empleo de lo mío”, dice, aunque también confiesa “que trabajaría en lo que fuera”. Y es que, esta joven, de Irurtzun, ha estado en una fábrica, en el sector de la hostelería como camarera y de administrativo en una oficina. “Estoy en el paro desde agosto. Ahora, me quiero formar y luego empezaré a mirar ofertas. El año que viene me entregarán una vivienda de protección oficial en mi localidad, espero para entonces contar con un empleo estable para solicitar el préstamo”, cuenta Miren, sin perder el optimismo en su rostro.
La administrativo Ester Serrano , de 26 años, llegó a Pamplona hace mes y medio procedente de San Sebastián. Aunque, actualmente, está trabajando a media jornada como cajera, ayer esperaba a ser atendida en las oficinas del Inem, porque aspira a un contrato de jornada completa. “Desde los 15 años, he adquirido experiencia en el sector de la hostelería. Pero ahora, me gustaría más emplearme en alguna fábrica o establecimiento comercial, como dependienta”, insiste. Con su testimonio, Ester concluye los relatos de estos protagonistas, que uno a uno suman una lista de 2.598.800 nombres, con sus respectivos apellidos, que en estos momentos están sin empleo y desconocen su futuro.
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