El bolsillo gana a los prejuicios

La crisis ayuda a Obama a penetrar en la América más conservadora

La Vanguardia, , 24-10-2008

EUSEBIO VAL – Richmond (Virginia) Corresponsal

El 20% de los estadounidenses vive en áreas rurales

RECONQUISTA Virginia puede ser el inicio del proceso de los demócratas para recuperar el sur

DIOS Y ESCOPETA Hasta los Apalaches, muy conservadores, también llega el mensaje económico
En el Museo de la Confederación, en el centro de Richmond, Barack Obama no parece ser muy popular. “Yo no lo apoyo en absoluto, no está preparado para ser presidente”, afirma con gesto displicente P. W. Benton, un hombre setentón que enseña a los turistas la Casa Blanca de Jefferson Davis, el hombre que dirigió a los estados secesionistas – y esclavistas- hace casi 150 años.

“Lo que me molesta es que se diga afroamericano cuando en realidad es medio blanco; debería decirse gris, pero él quiere ser negro por interés político”, apunta Ray, otro guía. “Obama fue musulmán y actúa como un musulmán”, murmura la recepcionista, una mujer madura que se confiesa muy demócrata y partidaria de Hillary Clinton, pero que no irá a votar el 4 de noviembre o lo hará por el republicano John McCain.

El chocante diálogo mantenido en el museo es seguramente poco representativo del sentir general de hoy en Virginia, pero sí saca a la superficie recelos y fantasmas del pasado. La historia pesa. En la exposición, por ejemplo, hay un panel en el que se recuerda que los negros no fueron autorizados a alistarse como soldados de la Confederación hasta las últimas semanas de la guerra, aunque algunos “mulatos de piel clara” si lograron “hacerse pasar”. Se puede ver también un retrato de Marlboro Jones, el negro sirviente del capitán Randal F. Jones. El fiel Marlboro tiene el honor de figurar en el museo porque transportó a su amo, mortalmente herido, hasta su casa de Savannah.

Con este incómodo legado a cuestas, aún resulta más relevante que, según las encuestas, Obama, un mulato, pueda ganar el estado y, quizá gracias a él, la presidencia. “Si Obama es presidente gracias a Virginia, sería algo histórico, una expresión tangible del discurso I have a dream de Martin Luther King”, asegura el politólogo John Moeser.

Virginia, origen de la colonización británica en América y receptor de los primeros esclavos africanos, tierra natal de George Washington y Thomas Jefferson, fue un bastión conservador y segregacionista. Aquí hubo mucha resistencia – de los blancos, por supuesto- a las leyes de derechos civiles. Por eso el estado, junto a los otros del sur, decidió dar la espalda a los demócratas y votar republicano.

George W. Bush fue el último en beneficiarse.

En estos comicios, Virginia ejerce de interesante laboratorio. No ha votado demócrata en las presidenciales desde Lyndon Johnson (1964). El estado dará la medida de la capacidad de los demócratas de iniciar la reconquista de la región sureña y de reconciliarse con las capas de población blanca, culturalmente muy conservadoras, en los Apalaches, gente que venera a Dios, la patria, la familia y las escopetas.

Sólo Jimmy Carter (1976) – tras el escándalo Watergate- y en menor medida Bill Clinton (1992 y 1996) vencieron en el sur. Walter Mondale (1984), Michael Dukakis (1988), Al Gore (2000) y John Kerry (2004) fracasaron todos con estrépito.

¿Prevalecerán a la hora de ir a votar el conservadurismo sociológico y los resabios racistas, o bien las angustias económicas? Todo indica lo segundo. “La economía domina el estado de ánimo nacional y afecta mucho el voto incluso en lugares donde normalmente no apoyarían a Obama – señala Michael McDonald, de la George Mason University-. Los Apalaches son un buen ejemplo”. Mc-Donald puntualiza que Virginia “ya tiene experiencia en elegir a altos cargos afroamericanos y se sienten más cómodos para elegir también a un presidente”. Se refiere al hoy alcalde de Richmond, Doug Wilder, que en 1989 fue el primer negro elegido gobernador en EE. UU. (si bien con un porcentaje menor que el pronosticado por las encuestas).

Los cambios demográficos y socioeconómicos empujan a Virginia – y también a la vecina Carolina del Norte- hacia los demócratas. Algunas de sus regiones urbanas, muy prósperas, han experimentado un gran crecimiento de población, mucha llegada de otras zonas del país y con valores más progresistas. También se ha disparado el número de inmigrantes hispanos. Quedan los Apalaches, una zona minera y granjera deprimida, poblada por descendientes de inmigrantes escoceses e irlandeses del Ulster, gente dura y conservadora, inventora de la música country. Jim Webb, escritor y elegido senador demócrata por el estado en el 2006, los ha estudiado a fondo y define así su cultura: “Luchar, cantar, beber y rezar”. La clave de un triunfo de Obama en Virginia es priorizar el mensaje económico para perder por poco en los Apalaches, y movilizar a los suyos en el resto. Linda Douglass, asesora del candidato demócrata, explica a La Vanguardia su versión de lo que está ocurriendo: “Hay una nueva generación de votantes que empieza a decidir el desenlace de las elecciones en EE. UU. Los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1965) habían dominado, pero a los votantes ahora les preocupa si pueden ir a la universidad y competir en el mercado global. Son preocupaciones globales que no tienen que ver tanto con tu pequeña ciudad, tu estado o incluso tu país”.

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