Inmigración africana

Diario Sur, 24-10-2008

Que nadie se dé por aludido, sólo los que tienen potestad para solucionar el grave problema de la inmigración africana. Mientras los cruceros de la felicidad navegan por los mares del Universo, las pateras se hunden en el remolino de lo absurdo, con hombres y mujeres que únicamente llevan como equipaje los sueños. Seres anónimos aferrándose a la conquista de una quimera, deseando llegar al Paraíso. Seguramente si pudiesen subsistir dignamente en su país no se enfrentarían a la muerte. Ni a la humillación de repetir el sufrimiento para volver con las manos vacías.

Ya está bien de esperarlos en la orilla para abrigar sus miserias, de mirar para otro lado cuando los cadáveres se apilan en la arena sin nombre ni apellidos. Ya está bien de cerrar las fronteras para acorralar la libertad, sabiendo que esa indómita dama es insobornable.

Quizás en algún despacho del mundo los sanadores del planeta encuentren la pócima que acabe con este descomunal disparate.

El mar va devorando muchas generaciones que no rinden ante la tremenda injusticia de ser los olvidados del progreso.

Sería maravilloso que la sublime África no necesitara que sus hijos buscaran la prosperidad en otro continente. Porque algunos ya se dieron por aludidos.

Entonces podríamos decir que ha valido la pena la voz en el desierto…



Alicia Gallego Soler

Málaga

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