CARRERA A LA CASA BLANCA / Los temas calientes: el racismo

La 'delgada línea roja' entre negros e hispanos

El Mundo, CARLOS FRESNEDA. Enviado especial, 22-10-2008

Los choques entre las dos comunidades han aumentado en Los Angeles, a pesar de que algunos hablan de armonía Una extraña placidez dominical recorre las calles desvencijadas del sur de Los Angeles. Fue aquí, en el cruce atropellado de las calles Florence y Normandie, donde se propagó hace 16 años la mecha de los disturbios raciales que provocaron 53 muertos y dejaron la ciudad como Bagdad después de los bombardeos. Hay algo de irreal en esta calma compartida por negros e hispanos, vestidos de sus mejores galas para cumplir con su Dios.


El cóctel racial no estaría completo sin los asiáticos de la gasolinera, la misma que fue saqueada y destruida en las primeras horas de la guerra callejera del 92. Pero los coreanos no quieren saber nada de pasadas ni de futuras batallas. Hablamos pues con Dereck Morgan, afroamericano, 22 años, trajeadísimo y apuradísimo porque le esperan en misa para pasar el cepillo.


Diez años tenía cuando los disturbios, y todo lo que recuerda es la ciudad en llamas, el Ejército en las calles y el castigo celestial, cuando cientos de ciudadanos furiosos por la absolución de los policías que apalearon a Rodney King se tomaron la justicia por su mano. «Aquello ya quedó atrás», afirma Dereck. «Los negros y los hispanos somos ahora buenos vecinos».


Jesús, en su opinión, es el elemento unificador. De modo que le seguimos los pasos hasta el destartalado Centro del Milagro, donde oficia su padre, el pastor baptista Daniel C. Morgan, arropado por banda y coro de gospel. «¿Cuántos de vosotros os sentís orgullosos de lo que sois, ni más ni menos?», pregunta el reverendo al puñado de parroquianos engalanados.


Preguntamos a Dereck por su credo político, y dice que votará por primera vez y que lo hará por Obama. «No espero mucho cambio, pero algo es algo. Encomendarnos a Jesús es el primer paso».


A la salida de misa, Cándido Gómez – 37 años y natural de Chiapas – proclama su fe en el Dios evangélico: «Si lo llevas en el corazón, no te pasará nada. Yo nunca he mirado mal a un moreno, y lo mismo ellos».


En el barrio de Harbor Gateway, a la altura de la calle 206, negros y latinos han trazado sin embargo una línea divisoria que puede costarle la vida a balazos a quien la cruce (como ocurrió con la niña Cheryl Green). Veinticuatro miembros de la banda latina Florence fueron juzgados por matar indiscriminadamente a ciudadanos negros y acusados por el fiscal de instigar la «limpieza étnica».


La guerra entre bandas latinas y afroamericanas para controlar el territorio de South L.A. ha aumentado un 36% en los dos últimos años, ante la impotencia de la policía blanca. El aumento imparable de los latinos, que son ya mayoría en la ciudad y tienen a su propio alcalde (Antonio Villaraigos), ha agudizado las tensiones entre las dos comunidades, como lo revela la encuesta realizada por New American Media.


Según Sergio Bendixen, autor del estudio, «la minoría negra se siente marginada del sueño americano y desplazada por los recién llegados, mientras persisten los estereotipos negativos». El 51% de los negros piensa que los latinos les están quitando «sus empleos y su poder político» y el 44% de los hispanos asegura tener miedo de los afroamericanos.


«Nos separamos unos de otros en el instituto», admite Tony Sánchez, 27 años, nacido en Guadalajara (México) y vecino del barrio de Watts, donde se produjeron los históricos disturbios raciales de 1965. «Allí te meten por fuerza en una pandilla, y así empieza el racismo entre nosotros».


Sin bajarse de la bicicleta ni quitarse la gorra de béisbol, Tony admite entre dientes que pertenece a una pandilla callejera, la Psycho13. «Aún vienen a verme a casa, pero yo ya no voy con ellos, ni tengo que ver en cosas de drogas. Tengo una niña de tres años, Nayona, y eso es lo que más me importa. Aunque ahora anda muy mal el trabajo, y eso va a provocar tensiones. Yo he trabajado en mudanzas, en la construcción, de descargador en el puerto… Pero me echaron hace unas semanas y ahora estoy buscándome la vida».


«Mejor Barack Obama que el otro [John McCain], porque ése sí que es racista y nos va a quitar los programas de ayuda», afirma Tony. «Yo tengo mis papeles, aunque no puedo votar. Si pudiera lo haría por Obama, porque sé que fue un hombre de bajos recursos. Pero no sé lo que va a pasar… Para mí que le matan al güey [tipo]».

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