"Me dio pena que los niños vivieran en la calle", declara el imputado por acoso inmobiliario
Deia, , 21-10-2008bilbao. “La vecina dijo que le habíamos robado una tele, pero mi hijo la cogió de la calle. También cogieron unas cositas más, pero porque los niños vieron el agujero que había en casa. Pero no cogieron nada de importancia, nada de robar. Unos botes de azúcar, unas bandejas, unos tazones y un mantel para jugar. En una casa con tantos niños pasan estas cosas. Éramos 15 adultos y 15 niños. El señor Rementería nos hizo un favor muy grande al prestarnos la casa”, explicó ayer Dolores Escudero, imputada por acoso inmobiliario junto con su marido, su hijo y el propietario del dúplex de la primera planta de la casa Tangora del barrio de Neguri de Getxo, un palacete que fue alquilado a una familia gitana por un euro al año. La fiscalía y la acusación particular piden ocho años de prisión.
“Maldita la hora, digo ahora”, explicó en los pasillos del juzgado el arrendador, Juanjo Rementería, un empresario de Erandio que compró el piso para arreglarlo y venderlo. “Les presté la casa durante un año antes de reformarla. Me dio pena que 15 niños estuvieran en la calle”. La familia vivía en las calles de Erandio y algunos de los padres estaban en la cárcel. “La acusación de acoso inmobiliario es totalmente falsa”, aseguró. Durante la primera sesión de juicio negó en todo momento que hubiera alentado a la familia a acosar a los propietarios del piso de la planta baja, que acababan de comprar la vivienda. “Jamás les pedí que mancharan los coches con heces, que rompieran los candados y que robaran a los vecinos”, declaró ante la jueza.
El abogado de la acusación, Ignacio Imaz, basó su argumentación en las supuestas intenciones del imputado de comprar la planta baja. “Metió a una familia de etnia gitana con la intención de que les hicieran todo tipo de perrerías y les amilanaran la voluntad de seguir viviendo en su casa porque les fastidió la operación inmobiliaria”.
Además de los imputados, también testificaron los agentes de la Policía Local de Getxo y los ertzainas que realizaron los atestados policiales de las múltiples denuncias interpuestas por la propietaria de la planta baja. Todos los agentes coincidieron en destacar la suciedad que reinaba en la casa y que el mobiliario estaba destrozado. “En cada habitación había hornillos. Parecía que comían, dormían y cocinaban en el mismo sitio”, declaró un agente. El piso tiene 400 m2 divididos en seis habitaciones y tres baños en la planta de arriba y un enorme salón, cocina, baño y una habitación en la planta baja. El palacete dispone de jardín y garaje.
Un asunto espinoso que motivó una denuncia fue la entrada de dos mujeres y varios niños en el jardín, que los acusados consideran que es de uso compartido por todos los inquilinos de la casa Tangora. La patrulla de la Ertzaintza encontró la puerta de la valla “desencajada” y a las mujeres en el jardín, “nos dijeron que habían bajado a recoger las cosas que caían del balcón”. “Se caía un calcetín o un niño lo tiraba y no nos permitían bajar a buscarlo. Y ella amontonaba y amontonaba para llamar luego a los periodistas y a la Ertzaintza”, explicó Dolores Escudero.
No obstante, un agente indicó que en el patio, además de juguetes y ropa, había “dodottis, peladuras y todo tipo de basura”.
Las declaraciones de ayer también se centraron en la existencia de un agujero en el techo de la planta baja por donde presuntamente caía agua del baño de la casa arrendada, provocando una enorme gotera en el piso de la denunciante. Según un agente, “caía a chorros”; según otro, “goteaba”. Según Juanjo Rementería, el arrendador imputado, “las tuberías eran suyas, perdían agua por un poro y se veía que ya las habían reparado dos veces antes. ¿Cómo les iba a pedir que echaran agua a los de abajo? Eso es tirar piedras a mi propio tejado”.
Un agente incluso testificó que en el suelo de ese baño corrían aguas fecales, y remarcó el lamentable estado de la casa, en cuanto a suciedad y desorden se refiere. “Como anécdota les puedo contar que había una docena de huevos tirados en el suelo y un perro comiéndoselos. Le aparté de un puntapié”. Este agente reconoció que semanas antes de su intervención ya tenía referencias de los imputados, a los que un colega mecánico se había referido como “una familia conflictiva”. Terminó su testimonio asegurando que el agujero del baño se trataba “o de una fuga grande o de una fuga hecha a propósito”.
Otro agente contó que, tras el desalojo dictaminado por el Juzgado de Getxo, “una esponja taponaba el agujero”. Tuvieron que entrar con linternas ya que el suministro eléctrico no funcionaba. “Los cables estaba sacados”.
Sobre el robo del televisor, los agentes explicaron que al llegar, el patriarca enseguida reconoció que su hijo tenía el aparato. Los otros enseres los encontraron en el sótano del palacete. Los agentes también coincidieron al explicar que, tanto la puerta de forja del portal como la puerta de madera del primer piso, habían sido forzadas.
declaraciones
“Les presté la casa porque me dio pena que 15 niños vivieran en las calles de Erandio”
juanjo rementería
Arrendador e imputado
“Los niños no cogieron nada de robar: botes de azúcar, tazones, un mantel para jugar”
dolores escudero
Madre de familia e imputada
“En cada habitación había hornillos. Comían, dormían y cocinaban en el mismo sitio”
ertzaina
Testigo
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