Powell y el racismo subyacente
El Periodico, , 21-10-2008El apoyo de Colin Powell es el empujón que necesitaba Obama para poder ganar. Quien fuera el primer jefe del Ejército norteamericano y secretario de Estado negro ha afirmado que apoya al candidato demócrata por su capacidad, no por el color de su piel. Pero al mismo tiempo ha señalado el orgullo que, para todos los norteamericanos – – incluidos los blancos – – , significaría que un afroamericano ganara. Lo dice un republicano que ocupó cargos de máxima responsabilidad con los dos presidentes Bush.
El factor racial ha aparecido sobreentendido durante la campaña. Las alusiones a la pretendida condición de musulmán de Obama lanzadas por McCain han sido la forma más atrevida de exponer esos prejuicios. Si el racismo no ha aparecido de forma palmaria es porque las leyes antisegregacionistas lo han remitido a lugares más ocultos; los prejuicios siguen en el sustrato de los comportamientos sociales: no van a más porque pueden ser perseguidos legalmente y porque finalmente resulta políticamente correcto abstenerse de explicitar esos prejuicios. No es poco. En España no hemos llegado tan lejos: los chistes, las manifestaciones despectivas y los gritos en los estadios de fútbol siguen dando rienda suelta a un racismo explícito que no está perseguido ni jurídica ni socialmente.
El racismo es un cáncer porque su esencia es ofender exaltando la pretensión de diferencia. Es una enfermedad sigilosa que se extiende en la permisividad con que se observan sus manifestaciones aparentemente inofensivas. Cuando el racismo no está en la superficie, permanece agazapado en prejuicios instalados en el subconsciente, contenidos por la dificultad que puede representar exteriorizarlos. El racismo tiene comportamientos gregarios que animan a extrovertirse al amparo de la manada. Tenemos que esperar los resultados de la elección presidencial norteamericana conteniendo el aliento, porque lo que para Powell es una meta añadida – – que un ciudadano negro sea presidente – – , para muchos otros puede ser un prejuicio que finalmente sea ejercido en la soledad de la cabina electoral.
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