Piden ocho años de cárcel por el presunto acoso inmobiliario de Getxo
Diario de noticias de Gipuzkoa, 21-10-2008El denunciante defiende que el palacete Tangora fue arrendado a una familia gitana para presionarle
bilbao. “La vecina dijo que le habíamos robado una tele, pero mi hijo la cogió de la calle. También agarraron unas cositas más, pero porque los niños vieron el agujero que había en casa. Pero no cogieron nada de importancia, nada de robar. Unos botes de azúcar, unas bandejas, unos tazones y un mantel para jugar. En una casa con tantos niños pasan estas cosas. Éramos quince adultos y quince niños. El señor Ramiro nos hizo un favor muy grande al prestarnos la casa”, explicó ayer Dolores Escudero, imputada por acoso inmobiliario junto con su marido, su hijo y el propietario del dúplex de la primera planta de la casa Tangora del barrio de Neguri de Getxo, un palacete que fue arrendado en 2003 a una familia gitana por un euro al año. La mujer realizó estas declaraciones en el inicio del primer juicio del Estado por mobbing inmobiliario, que comenzó ayer en Bilbao.
Fiscalía y acusación particular, en defensa del otro vecino que habitaba en el palacio, piden ocho años para los cuatro imputados – propietario y tres personas que entraron de alquiler – por presunto caso de acoso inmobiliario, mientras la defensa alega que permitió a la familia de etnia gitana vivir en el inmueble porque le “daba pena que hubiera quince niños en la calle”. El abogado de la acusación particular, Ignacio Imaz, explicó que su cliente vivía de alquiler en la vivienda inferior de un bloque de tres alturas cuando el piso superior fue adquirido por uno de los acusados, J.J.R. En ese momento, el denunciante ejerció el derecho de compra que poseía sobre la casa en la que habitaba de renta, y “fastidió la operación inmobiliaria” al reciente dueño del piso superior, que también, según añadió, quería comprar el inmueble de abajo. Ante esta situación, siempre según el abogado de la acusación particular, J.J.R. “metió a una familia de etnia gitana” en el piso de arriba “con intención de que hicieran todo tipo de perrerías” para que sus clientes “acabaran vendiéndole el piso” al imputado.
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